Un extraño encuentro en las academias

Segui mi visita al Distrito dos, cuando llegué a las Academias, no esperaba que me dejaran entrar pero uno de los Agentes me hizo señas y entré. Comencé a oir a los chicos entrenar, mientras me quede sentado en una de las gradas, me coloqué  el Sinsajo y me sente observando los entrenamientos. 

Me sorprendió la cantidad de armas de fuego que tienen, luego recordé que era el distrito que sirve los Agentes de la paz al capitolio.

Evito el golpe ladeando el cuerpo y con un movimiento rápido y brusco, lo abrace fuerte e intente tirarlo al suelo. El chico se resistió, pero se cansó después de unos segundos y lo tire al suelo boca abajo. Aproveche esos segundos que me dio y me monte encima de su espalda. Poniendo mi peso en ella y sujetando con mis rodillas sus brazos. El chico intento moverse con el cuerpo, pero no lo permití. De echo le puse mis manos en su rostro para moverlo lentamente a su costado para que no siga moviéndose.

Me llamó la atención un chico rubio, peleaba bien pero... era algo lento de piernas, eso pasa a la gente alta, a mi no me ha pasado por que empecé a entrenar cuando no media más que un metro setenta, así que mi cuerpo es bastante más rápido y atlético, llevaba el arco colgado y decidí llamar algo la atención, cogi dos de mis flechas y apunté a cuarenta metros, había un objetivo y me mantuve sentado.

Me concentré y disparé el arco, cuyas flechas se incrustaron en la diana de la cabeza de forma limpia.

Justo cuando me levante, dos flechas pasaron delante de mis ojos. Sorprendido, que se hayan incrustado a la perfección ambas flechas, mire el responsable. Era un joven de estatura media baja con contextura robusta, se veía fuerte al parecer. A pasos lentos, me acerque al chico y en el vi su chaqueta un símbolo del Sinsajo. Lo cual supe quien era, pero ¿Que hacia el aquí? ¿No era peligroso? Aun mirándolo, arquee ligeramente una ceja.

- Ten mas cuidado la próxima vez - no era de ser amable con las personas desconocidas, pero es el líder de los rebeldes y aunque nadie sepa, estoy en contra del Capitolio.

-No había peligro había calculado la distancia para no darte. -Dije sonriendo- Se a quien puedo y no puedo hacer daño. 

Me encojo de hombros y cuelgo mi arco a mi espalda, mientras me levanto y me acerco a ese chico. Todavía le veía los ojos de extrañeza que tenía, mientras suelto el arco me detengo ante el. 

-Tienes que aprender a ser más rápido de piernas, eres alto y lento, podrías haber acabado con el en un momento si fueras más rápido. 

Digo mientras estiro la mano.

¿Enserio cree que estaba peleando enserio? Vaya, uno mas que cae mi ingeniosa trampa. El extiende la mano hacia mi dirección y dudo por momento si dársela o no, pero finalmente se la doy con firmeza, pero me separe inmediatamente. Ya que vi un agente de paz, acercándose hacia nosotros. Lo miro y rapidamente abrazo fuerte, para cubrir su rostro e intentando hacer movimientos bruscos para que crea que estamos entrenando.

- Sígueme la corriente Sinsajo - musite en su oído.

El agente de paz, nos vio por un momento y luego se fue a ver otros chicos entrenando. Lo solté y me separe un poco de el por si acaso, que se le ocurriera atacarme.

- Este sitio no es seguro para ti, mejor marcharte antes de que te atrapen - susurre.

Tome algunos cuchillos disimuladamente y se lo entregue rapidamente en la mano para que lo esconda en alguna parte de su cuerpo.

-Acaso no sabes que el dos es semi rebelde? -me encojí de hombros- Los agentes de la paz de este Distrito me han dejado pasar por llevar esto. 

Cuando me dijo que le llevara la corriente lo hice e hice un poco de alarde de mi lucha libre. Luego le solté. 

-Veo que asi mismo eres rápido, pero...-Cojí los cuchillos y los puse a la espalda- has de entrenar bastante más las piernas. Además soy un Profesional ¿no? Pues puedo entrar en las academias tranquilamente. 

Sopesé uno de los cuchillos y le miré riendo. Lo lancé a unos cuarenta metros y se clavó en la cabeza de uno de sus muñecos.

-He entrenado con mejores armas... y no eran del Capitolio.

Rodé los ojos molesto, por que nunca estoy enterado de nada. No es que no me interese, al contrario, pero mi padre siempre me oculta todo tipo de información, que tenga que ver con los rebeldes.

- No estoy al tanto de lo que sucede actualmente en los distritos- respondí molesto.

¿Como mi padre puede hacerme esto? Yo quiero ser un rebelde, no un tonto que sigue los pasos del Capitolio.

- Por cierto, me llamo Elliot Bower - me presente amistoso o eso intento con el Sinsajo.

-Me suena tu nombre... tu padre es el alcalde Bower? 

Me sonaba haber oído hablar de el. Por el Capitolio y por los demás distritos. Pero no estaba seguro. 

-Si quieres puedo informarte. -Me encojo de hombros y sonrio- Encantado Elliot. Llamame Peeta, así me llaman los amigos, supongo que puedo considerarte como tal, ¿verdad? 

Miro al rededor y se que hay mucha gente, pero veo un espacio vacío y escondido donde si podremos hablar.

-Ven si quieres te lo explico todo.

Llegamos al rincón pequeño y me recargo contra la pared, con los brazos cruzados. Dejando que el se siente en el banco. Lo miro, mordiendome el labio inferior por las ansias que me a dado Peeta.

- ¿Y bien? - pregunte yendo al grano de la conversación.

Pero sentí que fui algo agresivo con el, por lo que me senté a su lado y lo mire a los ojos fijamente serio.

- Sabes que cuentas conmigo, pese que apenas nos conocemos - me puse pensativo a lo que e dicho - ¿Como sabes que soy el hijo del alcalde? - no despegue mi vista en el.

-Bueno...  El Capitolio ha perdido a sus Distritos Profesionales, por ahora el uno y el cuatro son totalmente rebeldes, el 7, 8 estan en revueltas y el 10, 11, 12 se declaran rebeldes, el dos esta a medias. El centro de las revueltas ahora mismo, el núcleo es el cuatro y nos comunicamos con el 13 y con el 12. 

Reconocía esa mirada es la misma que tenia Cato la primera vez que le vi es esa misma mirada. Sonrio por que no me intimida para nada. 

-Lo se y se que cuento contigo por lo que me has dicho, has querido saber enseguida algo de los distritos. -Suspiro y sonrío al escucharle- Pues se habla mucho del alcalde por el Capitolio... también por el cuatro se oye hablar de el. Pero supongo que siempre hay gente que no opina como los demás. -Sonrio-

Escucho atentamente a lo que dice y no puedo creer que casi todos estén en contra del Capitolio. Una sonrisa traviesa salió de mi rostro y me levanté del banco que me encontraba sentado con Peeta.

- ¿Qué pasara con los que están a favor del Capitolio? ¿Morirán? - pregunte curioso.

Mi padre estará a favor del Capitolio y temo por su seguridad, pero si Peeta acata la orden que todos ellos morirán... Quiero ser yo el que lo mate...