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Los Juegos del Hambre: El regreso del Terror (by Peeta Mellark)
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Los Juegos del Hambre: El regreso del Terror (by Peeta Mellark)
Recuerdo del primer mensaje :
Me despierto sobresaltada, tras muchísimo tiempo, he vuelto a tener una pesadilla. Busco a mi lado los brazos y el calor de Peeta, pero no lo encuentro a mi lado. De repente oigo en la puerta un extraño golpeteo, me levanto y me pongo una bata de color naranja pálido, como el de una puesta de sol como las que le gustan a Peeta. Ahí están, en la puerta, retirando la nieve que ha caído durante un mes seguido, haciendo un camino. Han pasado ya 30 años desde los últimos Juegos del Hambre. Los niños se acercan a mi, lanzándome al suelo. Con ellos encima veo después a Peeta, quien se gira, por fin ha conseguido dominar del todo su pierna artificial. En el colegio, los chicos han empezado a tener las noticias de lo que antes eran los Juegos Del Hambre, comienzan a hacer preguntas, yo no quiero asustarles con esos relatos, pero Peeta consiente, y se acerca a mí.
- Preciosa, antes o después tendrán que saber la verdad, mejor que lo sepan por nosotros que por los profesores y sus amigos - me dice.
Tiene razón, por mucho que me duela se que Peeta está en lo cierto. Es preferible que sepan la verdad sobre los juegos del hambre por nosotros, que somos sus padres, a que se enteren por desconocidos.
Nos damos la mano; como la primera vez sobre el carro del desfile, de los Septuagésimo cuartos Juegos del Hambre, y llamamos a los chicos al interior de la casa. Cinna y Primrose Rue Mellark Everdeen, tienen ya 13 y 11 años, y en el colegio han oído hablar mucho de las atrocidades de los Juegos del Hambre. Cuando entramos en la casa, nos sentamos alrededor de la mesa camilla que tenemos en el salón, y ahí está… el gato más feo del mundo, color calabacín podrido, nariz achatatada y media oreja arrancada. Cada vez que ve a Prim, se le acerca y le lame las manos, el también hecha de menos a mi hermana, pero el nombre de Prim lo calma y se le acurruca encima de su regazo, tal y como hacia con mi hermana.
Peeta y yo nos miramos a los ojos, nuestras miradas tristes pero a la vez esperanzadoras, por que esa barbarie ya no existe. Es vísperas de lo que se conocía antaño como Halloween, y nuestros chicos han querido adornar la casa como les explicaban en el colegio que hacía antes la humanidad; calabazas decoradas, telarañas por la casa, incluso esqueletos colgados de las puertas de la entrada.
“Adelante ” - pienso - “debe ser la única posibilidad de poder contarles toda la verdad a nuestros hijos, sin hacerles daño, pero deben saberlo”.
Peeta y yo nos devolvemos las miradas y asentimos, le dejo a él que empiece.
- Primrose Rue Mellark Everdeen, Cinna Mellark Everdeen - comienza Peeta, con su típica voz de orador, captando enseguida la atención de nuestros chicos - Ha llegado el momento que sepáis de nuestra boca, la historia real de vuestros padres.
Peeta se coloca la pierna ortopédica y pone una mano sobre las de los niños y la otra apretada con la mía. El tiempo le ha tratado mucho mejor a él que a mi.
- Sabéis que hace 30 años, este país estaba dirigido por un cruel Gobierno desde el capitolio, también conocéis la historia de los dramáticos Juegos Del Hambre; pero lo que no sabéis es que vuestra madre y vuestro padre, fueron protagonistas de esos juegos – Peeta se levanta y se sube la pernera izquierda del pantalón, los chicos arquean las cejas, conocían que su padre usaba una pierna ortopédica, pero ignoraban el porqué de ella.
- También yo, hijos míos, tengo todavía secuelas de esa barbarie, pesadillas, noches sin dormir, el oído izquierdo lo tengo reconstruido por una explosión en esos mismos Juegos – Me lanzo a decir interrumpiendo a Peeta - de hecho - continúo - vuestros nombres están relacionados con esos Juegos y toda esa época...
En ese momento un terrorífico ruido se oye a lo lejos. No sé que ha sido, pero no puede ser nada bueno.
- ¿Que ha sido eso? - Nos preguntan los chicos.
Su cara se ha tornado en aterrorizada, Peeta y yo nos miramos, “no, no puede ser…, todo esto había terminado, la paz…..” extraños rugidos se oyen en la extraña luz del atardecer, y un extraño brillo blanco se ve através de las cortinas de terciopelo de nuestra casa en la aldea de la victoria, ojalá Haymitch estuviera aquí, pero… los excesos con el Alcohol y la edad han podido con él, hace 2 años que lo enterramos. De repente un fuerte ruido hace caer el árbol del jardín, y un relámpago lo quema.
- Esos gruñidos Peeta, ¿los oyes? – Alcanzo a decir, cuando de repente un extraño ser salta por la ventana, abalanzándose sobre nosotros. Por suerte guardé uno de los arcos y flechas y los cojo del armario del salón, disparando a esa aberración, pero la falta de práctica hace que se desvíe la flecha lo justo para no darle y la criatura se lanza contra Peeta. Veo como, con toda su fuerza, Peeta lo lanza estampándolo contra la pared, pero esa enorme criatura se vuelve a poner en pie. Peeta coge un cuchillo y yo me coloco a su lado, manteniendo a los niños escudados con nuestros cuerpos. “Maldita sea” - pienso - “como pueden volver estas pesadillas”
Los rostros aterrorizados de los chicos siguen a esa bestia en sus movimientos. Peeta y yo nos miramos, reconocemos a ese Muto, es el mismo tipo de monstruo que nos persiguió la última noche en la arena de los Septuagésimo cuartos Juegos del Hambre, pero no puede ser, todas las arenas fueron destruidas y también el centro de control, no puede ser… Paylor nos aseguró que esos tiempos habían acabado y que nunca más volverían estas criaturas y los Juegos del Hambre… y ahora…, ahora tememos por nuestros hijos, tienen 11 y 13 años, y si volvieran, deberíamos volver a aterrorizarnos con esas barbaries, no podemos permitir que la historia vuelva a repetirse. Tenemos que ser fuertes por ellos.
El muto vuelve a la carga, pero Peeta, vez de esperarle, se lanza a su vez contra él y de rápidos movimientos con el cuchillo le provoca heridas suficientes como para haberle matado. Termina derribándolo de una fuerte patada con su pierna ortopédica sobra la mesita camilla, rompiéndola del impacto recibido.
La bestia se pone de nuevo en pie, herida por múltiples sitios por el cuchillo de Peeta, pero parece que no se resiente de los daños infligidos. En cualquier otro animal esas heridas hubieran sido mortales y hubiera muerto enseguida. En un momento dado el muto gira la cabeza y puedo verle los ojos, los reconozco, y se que si Peeta los ve también los reconocerá.
- Peeta, mira sus ojos, esos ojos de serpiente, esos ojos venenosos, los conozco y tu también.
-No puede ser, - replica Peeta -, es Snow, pero... ¿cómo? ¿Por qué?
Finalmente, Peeta consigue darle una fuerte y profunda puñalada al muto, dejándolo malherido en el suelo, yo cojo una flecha de plata de mi carjac y le doy directamente en el corazón. Finalmente ese muto... o debería llamarlo Snow, el malvado presidente a quien yo ayude a capturar y tanto nos había hecho sufrir, yacía muerto en el salón de nuestra casa.
Esa noche, fue la peor de muchas noches, peor que las pesadillas que he tenido y tenía hasta ese día, pero aun no acababa ahí esa terrorífica noche. Mientras limpiamos los restos de ese muto y los destrozos y la sangre de nuestra casa, los chicos siguen a nuestro lado, las caras de ellos y su evidente terror en sus ojos son los mismos que sentíamos cuando veíamos cada año Los Juegos del Hambre por la televisión.
Oímos en un instante un ruido que nos es muy familiar. Nos miramos, les decimos a los niños que vayan al sótano, y les pedimos que se queden ahí abajo y que no salgan hasta que se lo digamos. Salimos a la calle, y vemos aterrizar un aerodeslizador, lleva el sello del capitolio,. Esperamos ver bajar a Paylor rodeada de Agentes de la Paz, pero no… lo que vemos bajar, nos inquieta a los dos. Enseguida reconozco esa figura, no la olvidaría nunca, es Gale, el tiempo no le ha tratado tan bien como a Peeta, pero aún así se le ve ese cuerpo musculado como ya tenía en sus tiempos de juventud. Nos miramos Peeta y yo, y sabemos que algo no va bien... ¿por qué ha venido Gale? ¿Por qué nos ha atacado esa bestia del Capitolio?
Avanzo hacia Gale y Peeta me sigue,. Cuando llegamos a las escaleras del Aerodeslizador, Gale nos observa desde arriba. A esa distancia podemos ver que está herido. Sin ni tan siquiera hacer amago de bajar nos dice las palabras que llevaban tiempo sonando en mi cabeza pero que no quería escuchar bajo ningún concepto. Intento evitar que hable pero mi cuerpo se niega a obedecerme y escucho como mis peores pesadillas se vuelven realidad.
- Lo siento - empieza - pero el terror ha vuelto. Creíamos que todo había acabado, pero algunos de los que dejamos vivir se han rebelado contra Paylor, ella ha muerto.
Dicho esto, Gale se desploma y cae. Peeta lo coge en brazos antes de que toque el suelo y lo metemos en casa, ¿qué querría decir Gale exactamente con que el Terror al vuelto? ¿Tendrá algo que ver la muerte de Paylor con el ataque que hemos sufrido?
Mientras pienso en todo esto compruebo con que mi energía aumenta. Sé que estoy preparada. He estado esperando este momento desde que tuve a Cinna en mis brazos. Sabía que si esto llegaba a ocurrir sería fuerte para poder defenderle en caso necesario. Con la llegada de la pequeña Primrose Rue mi determinación no hizo más que acrecentarse. Miro a Peeta a los ojos y veo en ellos una mezcla de miedo y firmeza. Cuando me mira afirma suavemente con la cabeza y entonces sé que también él está preparado. Ahora no se trata de luchar por nuestra salvación ni por la libertad. Ahora lucharemos por nuestros hijos y eso, ya es motivo más que suficiente para hacer lo que haya que hacer. Mientras dejo a Gale en manos de Peeta me salgo al patio trasero y empiezo a disparar flechas contra un tronco viejo con un solo pensamiento: "No volverán a pillarme desprevenida".
Estoy tan absorta en el arco y las flechas disparando a ese tronco que no me doy cuenta de los gritos de los niños, “pobrecitos”-pienso-, todavía los tenemos encerrados en el sótano. Me giro y veo aun el aerodeslizador ante las puertas de nuestra casa en la Aldea de los Vencedores, deberíamos esconderlo, no quiero que nos ataquen por ese aerodeslizador, pero Gale no está bien, Peeta sigue tratándolo, a pesar de usar el libro que escribimos el y yo, no tiene las manos precisas de una sanadora. “Puff…” –suspiro- Ojala mi madre estuviera aquí, sabría como curar a Gale sus heridas. Pero no está, y ahora mismo la única con conocimientos de sanadora soy yo, vuelvo a oír los gritos de Primrose y eso me devuelve a la realidad. En un alarde de rabia pongo la última de las flechas en mi carcaj en el arco, lo tenso y apunto, al soltar la flecha, ésta se ensarta en uno de los orificios del viejo tronco.
- ¡Lo conseguí! –Ahogo el grito-, por miedo que haya más de esas bestias del Capitolio cercanas a la Aldea. Pero ya es tarde, Peeta me ha oído y sale corriendo de la casa.
-¿¡Katniss, estás bien!? He odio un grito y me has asustado.
-Oh Peeta, lo siento. –Respondo apesumbrada, por verle cara; tras mi grito- Sí estoy bien, es solo que, que… ¡Peeta habíamos acabado con todo esto!
Suelto el arco en el suelo y Peeta me abraza, puedo ver en sus ojos el temor por lo que puede estar por llegar, ese mismo temor que tenia, en el tejado del centro de entrenamiento. Su mayor preocupación era que nadie lo cambiara, que quería ser el mismo. Ahora… ¿podremos sufrir de nuevo ese terror con nuestros hijos involucrados?
-Katniss; preciosa, -me susurra al oído- no te preocupes, lo pasaremos juntos, siempre. Por ahora, hay alguien que te necesita en la casa.
Mis ojos rompen a llorar, son tantos recuerdos que ahora mismo me llenan la cabeza que parece que va a estallar, pero; ¡no! ¡No puedo rendirme, mis hijos son los que pueden sufrir todo esto y no puedo permitir que algo malo les ocurra, ojala Haymitch estuviera aquí, el sabría como deberíamos proceder, pero no está, así que, debemos proceder como nosotros veamos correcto. Peeta me zarandea, la mirada la tengo firme en la flecha del tronco viejo y es como si estuviera en otro lugar y no en mi casa. -¡Katniss!-oigo que alguien me llama, pero sigo absorta en la nada- ¡¡¡¡Katniss!!!! Gale te necesita, despierta y ayúdame con él- me chilla Peeta- y es algo que me hace volver en sí, despierto de mis recuerdos y me doy cuenta de todo lo acaecido esta noche, en el horizonte comienza a clarear, llega el inicio de un nuevo día, y el aerodeslizador sigue ahí.
-¡Peeta! Lo siento, estaba absorta en mis ideas, por favor ¿podrías sacar ya a los niños del sótano?
-¿Crees que es seguro?
-Si hubiera más bestias del capitolio ya habrían atacado, mientras yo voy a curar a Gale, tu vigila a los niños, si te necesito te avisaré.
Recojo las flechas y el arco del suelo, y entro en la casa, lo dejo en el armario de donde lo saqué hace apenas unas horas y me dirijo a nuestra habitación, donde descansa Gale, sobre nuestra cama, cuando me acerco a él, me vienen recuerdos de cuando íbamos a cazar juntos, le deshago la camisa y le quito los pantalones y las botas, le dejo la ropa interior, como hice con Peeta en la arena. Compruebo la herida, es una herida fea, pero no tan grave como los latigazos que recibió por el pavo silvestre, uso los conocimientos que aprendí de mi madre y con hierbas intento quitar la infección, mientras tanto, en la habitación contigua oigo los sollozos de Primrose Rue y los de Cinna, Peeta intenta calmarlos, pero lo ocurrido esta noche ha sido demasiado para sus cuerpos y mentes, pero tienen que ser fuertes, tenemos; que ser fuertes.
Si lo que dice Gale es cierto, podrían volver las arenas, ¿pero quien puede ser el maldito desalmado que quiere todas estas penurias? No entiendo por qué alguien querría romper la paz que tantas vidas costó, algunas muy cercanas y amigos que perecieron.
Los niños acaban por irse a la cama, ya más tranquilos, Peeta los acuesta un poco, necesitan descansar, de hecho todos necesitamos descansar, pero yo ahora mismo; no puedo. Debo quedarme con Gale, debo sanarlo.
-Bueno, no puedo hacer más, ahora depende de ti Gale.
Me giro hacia Peeta y le pido una de esas bayas que se usa para jarabe de dormir, necesito que Gale esté dormido toda la noche y no se me ocurre la mejor manera para hacerlo que no sea con las bayas.
Por suerte, además de Primulas, mi madre nos trajo unos arbustos de esas bayas, así que Peeta solo debe salir fuera y recogerlas, cuando vuelve me esboza una de sus tiernas sonrisas y me dice:
-¿Recuerdas la cueva en la arena? Usaste esto para dejarme fuera de combate y así poder ir al banquete a por mi medicina. Vaya si funcionó, estuve dormido casi un día entero.
Esos recuerdos, son recuerdos de una situación desesperada, bajo la mirada y le miro la pierna izquierda.
-Si pero no pudimos salvar tu pierna.
-Pero me salvaste la vida Katniss, aquí tienes.
Le tomo las bayas de las manos, y las mezclo con un poco de agua, para formar un jarabe y dárselo de beber a Gale. Cuando me acerco, el abre los ojos y me mira.
-Hola Catnip.
-Gale, mejor ahora no hables, tomate esto, te ayudara a descansar, - le digo – Y se lo toma sin rechistar, pero no puedo reprimir una sonrisa cuando veo la cara de Gale al notar su sabor. Peeta sonríe, es la misma cara que puso cuando se las dí en la arena.
-Son un poco dulzonas ¿verdad, Gale? – Bromea Peeta-
-Un poco, si, Peeta, pero si la doctora quiere que me las tome, ella sabrá lo que hace, y cae rendido, esbozando media carcajada.
-Mañana debería sentirse mejor, tendrá tiempo de recuperarse, -le digo a Peeta- y los dos nos damos la mano y nos dirigimos a la habitación de los niños.
Están completamente dormidos, sus caras aun reflejan las lágrimas que han soltado esta noche, una noche terrorífica, pero cuando nos devolvemos las miradas, sabemos que nunca nos vamos a rendir. Quien haya hecho esto debe pagar. Y pagará.
Mañana más
Los Juegos del Hambre
El Terror Regresa
Historia basada en la obra de Suzanne Collins y sus personajes, por:
Peeta Mellark y Josh B. Mellark
Prólogo
El Terror Regresa
Historia basada en la obra de Suzanne Collins y sus personajes, por:
Peeta Mellark y Josh B. Mellark
Prólogo
Me despierto sobresaltada, tras muchísimo tiempo, he vuelto a tener una pesadilla. Busco a mi lado los brazos y el calor de Peeta, pero no lo encuentro a mi lado. De repente oigo en la puerta un extraño golpeteo, me levanto y me pongo una bata de color naranja pálido, como el de una puesta de sol como las que le gustan a Peeta. Ahí están, en la puerta, retirando la nieve que ha caído durante un mes seguido, haciendo un camino. Han pasado ya 30 años desde los últimos Juegos del Hambre. Los niños se acercan a mi, lanzándome al suelo. Con ellos encima veo después a Peeta, quien se gira, por fin ha conseguido dominar del todo su pierna artificial. En el colegio, los chicos han empezado a tener las noticias de lo que antes eran los Juegos Del Hambre, comienzan a hacer preguntas, yo no quiero asustarles con esos relatos, pero Peeta consiente, y se acerca a mí.
- Preciosa, antes o después tendrán que saber la verdad, mejor que lo sepan por nosotros que por los profesores y sus amigos - me dice.
Tiene razón, por mucho que me duela se que Peeta está en lo cierto. Es preferible que sepan la verdad sobre los juegos del hambre por nosotros, que somos sus padres, a que se enteren por desconocidos.
Nos damos la mano; como la primera vez sobre el carro del desfile, de los Septuagésimo cuartos Juegos del Hambre, y llamamos a los chicos al interior de la casa. Cinna y Primrose Rue Mellark Everdeen, tienen ya 13 y 11 años, y en el colegio han oído hablar mucho de las atrocidades de los Juegos del Hambre. Cuando entramos en la casa, nos sentamos alrededor de la mesa camilla que tenemos en el salón, y ahí está… el gato más feo del mundo, color calabacín podrido, nariz achatatada y media oreja arrancada. Cada vez que ve a Prim, se le acerca y le lame las manos, el también hecha de menos a mi hermana, pero el nombre de Prim lo calma y se le acurruca encima de su regazo, tal y como hacia con mi hermana.
Peeta y yo nos miramos a los ojos, nuestras miradas tristes pero a la vez esperanzadoras, por que esa barbarie ya no existe. Es vísperas de lo que se conocía antaño como Halloween, y nuestros chicos han querido adornar la casa como les explicaban en el colegio que hacía antes la humanidad; calabazas decoradas, telarañas por la casa, incluso esqueletos colgados de las puertas de la entrada.
“Adelante ” - pienso - “debe ser la única posibilidad de poder contarles toda la verdad a nuestros hijos, sin hacerles daño, pero deben saberlo”.
Peeta y yo nos devolvemos las miradas y asentimos, le dejo a él que empiece.
- Primrose Rue Mellark Everdeen, Cinna Mellark Everdeen - comienza Peeta, con su típica voz de orador, captando enseguida la atención de nuestros chicos - Ha llegado el momento que sepáis de nuestra boca, la historia real de vuestros padres.
Peeta se coloca la pierna ortopédica y pone una mano sobre las de los niños y la otra apretada con la mía. El tiempo le ha tratado mucho mejor a él que a mi.
- Sabéis que hace 30 años, este país estaba dirigido por un cruel Gobierno desde el capitolio, también conocéis la historia de los dramáticos Juegos Del Hambre; pero lo que no sabéis es que vuestra madre y vuestro padre, fueron protagonistas de esos juegos – Peeta se levanta y se sube la pernera izquierda del pantalón, los chicos arquean las cejas, conocían que su padre usaba una pierna ortopédica, pero ignoraban el porqué de ella.
- También yo, hijos míos, tengo todavía secuelas de esa barbarie, pesadillas, noches sin dormir, el oído izquierdo lo tengo reconstruido por una explosión en esos mismos Juegos – Me lanzo a decir interrumpiendo a Peeta - de hecho - continúo - vuestros nombres están relacionados con esos Juegos y toda esa época...
En ese momento un terrorífico ruido se oye a lo lejos. No sé que ha sido, pero no puede ser nada bueno.
- ¿Que ha sido eso? - Nos preguntan los chicos.
Su cara se ha tornado en aterrorizada, Peeta y yo nos miramos, “no, no puede ser…, todo esto había terminado, la paz…..” extraños rugidos se oyen en la extraña luz del atardecer, y un extraño brillo blanco se ve através de las cortinas de terciopelo de nuestra casa en la aldea de la victoria, ojalá Haymitch estuviera aquí, pero… los excesos con el Alcohol y la edad han podido con él, hace 2 años que lo enterramos. De repente un fuerte ruido hace caer el árbol del jardín, y un relámpago lo quema.
- Esos gruñidos Peeta, ¿los oyes? – Alcanzo a decir, cuando de repente un extraño ser salta por la ventana, abalanzándose sobre nosotros. Por suerte guardé uno de los arcos y flechas y los cojo del armario del salón, disparando a esa aberración, pero la falta de práctica hace que se desvíe la flecha lo justo para no darle y la criatura se lanza contra Peeta. Veo como, con toda su fuerza, Peeta lo lanza estampándolo contra la pared, pero esa enorme criatura se vuelve a poner en pie. Peeta coge un cuchillo y yo me coloco a su lado, manteniendo a los niños escudados con nuestros cuerpos. “Maldita sea” - pienso - “como pueden volver estas pesadillas”
Los rostros aterrorizados de los chicos siguen a esa bestia en sus movimientos. Peeta y yo nos miramos, reconocemos a ese Muto, es el mismo tipo de monstruo que nos persiguió la última noche en la arena de los Septuagésimo cuartos Juegos del Hambre, pero no puede ser, todas las arenas fueron destruidas y también el centro de control, no puede ser… Paylor nos aseguró que esos tiempos habían acabado y que nunca más volverían estas criaturas y los Juegos del Hambre… y ahora…, ahora tememos por nuestros hijos, tienen 11 y 13 años, y si volvieran, deberíamos volver a aterrorizarnos con esas barbaries, no podemos permitir que la historia vuelva a repetirse. Tenemos que ser fuertes por ellos.
El muto vuelve a la carga, pero Peeta, vez de esperarle, se lanza a su vez contra él y de rápidos movimientos con el cuchillo le provoca heridas suficientes como para haberle matado. Termina derribándolo de una fuerte patada con su pierna ortopédica sobra la mesita camilla, rompiéndola del impacto recibido.
La bestia se pone de nuevo en pie, herida por múltiples sitios por el cuchillo de Peeta, pero parece que no se resiente de los daños infligidos. En cualquier otro animal esas heridas hubieran sido mortales y hubiera muerto enseguida. En un momento dado el muto gira la cabeza y puedo verle los ojos, los reconozco, y se que si Peeta los ve también los reconocerá.
- Peeta, mira sus ojos, esos ojos de serpiente, esos ojos venenosos, los conozco y tu también.
-No puede ser, - replica Peeta -, es Snow, pero... ¿cómo? ¿Por qué?
Finalmente, Peeta consigue darle una fuerte y profunda puñalada al muto, dejándolo malherido en el suelo, yo cojo una flecha de plata de mi carjac y le doy directamente en el corazón. Finalmente ese muto... o debería llamarlo Snow, el malvado presidente a quien yo ayude a capturar y tanto nos había hecho sufrir, yacía muerto en el salón de nuestra casa.
Esa noche, fue la peor de muchas noches, peor que las pesadillas que he tenido y tenía hasta ese día, pero aun no acababa ahí esa terrorífica noche. Mientras limpiamos los restos de ese muto y los destrozos y la sangre de nuestra casa, los chicos siguen a nuestro lado, las caras de ellos y su evidente terror en sus ojos son los mismos que sentíamos cuando veíamos cada año Los Juegos del Hambre por la televisión.
Oímos en un instante un ruido que nos es muy familiar. Nos miramos, les decimos a los niños que vayan al sótano, y les pedimos que se queden ahí abajo y que no salgan hasta que se lo digamos. Salimos a la calle, y vemos aterrizar un aerodeslizador, lleva el sello del capitolio,. Esperamos ver bajar a Paylor rodeada de Agentes de la Paz, pero no… lo que vemos bajar, nos inquieta a los dos. Enseguida reconozco esa figura, no la olvidaría nunca, es Gale, el tiempo no le ha tratado tan bien como a Peeta, pero aún así se le ve ese cuerpo musculado como ya tenía en sus tiempos de juventud. Nos miramos Peeta y yo, y sabemos que algo no va bien... ¿por qué ha venido Gale? ¿Por qué nos ha atacado esa bestia del Capitolio?
Avanzo hacia Gale y Peeta me sigue,. Cuando llegamos a las escaleras del Aerodeslizador, Gale nos observa desde arriba. A esa distancia podemos ver que está herido. Sin ni tan siquiera hacer amago de bajar nos dice las palabras que llevaban tiempo sonando en mi cabeza pero que no quería escuchar bajo ningún concepto. Intento evitar que hable pero mi cuerpo se niega a obedecerme y escucho como mis peores pesadillas se vuelven realidad.
- Lo siento - empieza - pero el terror ha vuelto. Creíamos que todo había acabado, pero algunos de los que dejamos vivir se han rebelado contra Paylor, ella ha muerto.
Dicho esto, Gale se desploma y cae. Peeta lo coge en brazos antes de que toque el suelo y lo metemos en casa, ¿qué querría decir Gale exactamente con que el Terror al vuelto? ¿Tendrá algo que ver la muerte de Paylor con el ataque que hemos sufrido?
Mientras pienso en todo esto compruebo con que mi energía aumenta. Sé que estoy preparada. He estado esperando este momento desde que tuve a Cinna en mis brazos. Sabía que si esto llegaba a ocurrir sería fuerte para poder defenderle en caso necesario. Con la llegada de la pequeña Primrose Rue mi determinación no hizo más que acrecentarse. Miro a Peeta a los ojos y veo en ellos una mezcla de miedo y firmeza. Cuando me mira afirma suavemente con la cabeza y entonces sé que también él está preparado. Ahora no se trata de luchar por nuestra salvación ni por la libertad. Ahora lucharemos por nuestros hijos y eso, ya es motivo más que suficiente para hacer lo que haya que hacer. Mientras dejo a Gale en manos de Peeta me salgo al patio trasero y empiezo a disparar flechas contra un tronco viejo con un solo pensamiento: "No volverán a pillarme desprevenida".
Primera Parte
1
Los Hechos
1
Los Hechos
Estoy tan absorta en el arco y las flechas disparando a ese tronco que no me doy cuenta de los gritos de los niños, “pobrecitos”-pienso-, todavía los tenemos encerrados en el sótano. Me giro y veo aun el aerodeslizador ante las puertas de nuestra casa en la Aldea de los Vencedores, deberíamos esconderlo, no quiero que nos ataquen por ese aerodeslizador, pero Gale no está bien, Peeta sigue tratándolo, a pesar de usar el libro que escribimos el y yo, no tiene las manos precisas de una sanadora. “Puff…” –suspiro- Ojala mi madre estuviera aquí, sabría como curar a Gale sus heridas. Pero no está, y ahora mismo la única con conocimientos de sanadora soy yo, vuelvo a oír los gritos de Primrose y eso me devuelve a la realidad. En un alarde de rabia pongo la última de las flechas en mi carcaj en el arco, lo tenso y apunto, al soltar la flecha, ésta se ensarta en uno de los orificios del viejo tronco.
- ¡Lo conseguí! –Ahogo el grito-, por miedo que haya más de esas bestias del Capitolio cercanas a la Aldea. Pero ya es tarde, Peeta me ha oído y sale corriendo de la casa.
-¿¡Katniss, estás bien!? He odio un grito y me has asustado.
-Oh Peeta, lo siento. –Respondo apesumbrada, por verle cara; tras mi grito- Sí estoy bien, es solo que, que… ¡Peeta habíamos acabado con todo esto!
Suelto el arco en el suelo y Peeta me abraza, puedo ver en sus ojos el temor por lo que puede estar por llegar, ese mismo temor que tenia, en el tejado del centro de entrenamiento. Su mayor preocupación era que nadie lo cambiara, que quería ser el mismo. Ahora… ¿podremos sufrir de nuevo ese terror con nuestros hijos involucrados?
-Katniss; preciosa, -me susurra al oído- no te preocupes, lo pasaremos juntos, siempre. Por ahora, hay alguien que te necesita en la casa.
Mis ojos rompen a llorar, son tantos recuerdos que ahora mismo me llenan la cabeza que parece que va a estallar, pero; ¡no! ¡No puedo rendirme, mis hijos son los que pueden sufrir todo esto y no puedo permitir que algo malo les ocurra, ojala Haymitch estuviera aquí, el sabría como deberíamos proceder, pero no está, así que, debemos proceder como nosotros veamos correcto. Peeta me zarandea, la mirada la tengo firme en la flecha del tronco viejo y es como si estuviera en otro lugar y no en mi casa. -¡Katniss!-oigo que alguien me llama, pero sigo absorta en la nada- ¡¡¡¡Katniss!!!! Gale te necesita, despierta y ayúdame con él- me chilla Peeta- y es algo que me hace volver en sí, despierto de mis recuerdos y me doy cuenta de todo lo acaecido esta noche, en el horizonte comienza a clarear, llega el inicio de un nuevo día, y el aerodeslizador sigue ahí.
-¡Peeta! Lo siento, estaba absorta en mis ideas, por favor ¿podrías sacar ya a los niños del sótano?
-¿Crees que es seguro?
-Si hubiera más bestias del capitolio ya habrían atacado, mientras yo voy a curar a Gale, tu vigila a los niños, si te necesito te avisaré.
Recojo las flechas y el arco del suelo, y entro en la casa, lo dejo en el armario de donde lo saqué hace apenas unas horas y me dirijo a nuestra habitación, donde descansa Gale, sobre nuestra cama, cuando me acerco a él, me vienen recuerdos de cuando íbamos a cazar juntos, le deshago la camisa y le quito los pantalones y las botas, le dejo la ropa interior, como hice con Peeta en la arena. Compruebo la herida, es una herida fea, pero no tan grave como los latigazos que recibió por el pavo silvestre, uso los conocimientos que aprendí de mi madre y con hierbas intento quitar la infección, mientras tanto, en la habitación contigua oigo los sollozos de Primrose Rue y los de Cinna, Peeta intenta calmarlos, pero lo ocurrido esta noche ha sido demasiado para sus cuerpos y mentes, pero tienen que ser fuertes, tenemos; que ser fuertes.
Si lo que dice Gale es cierto, podrían volver las arenas, ¿pero quien puede ser el maldito desalmado que quiere todas estas penurias? No entiendo por qué alguien querría romper la paz que tantas vidas costó, algunas muy cercanas y amigos que perecieron.
Los niños acaban por irse a la cama, ya más tranquilos, Peeta los acuesta un poco, necesitan descansar, de hecho todos necesitamos descansar, pero yo ahora mismo; no puedo. Debo quedarme con Gale, debo sanarlo.
-Bueno, no puedo hacer más, ahora depende de ti Gale.
Me giro hacia Peeta y le pido una de esas bayas que se usa para jarabe de dormir, necesito que Gale esté dormido toda la noche y no se me ocurre la mejor manera para hacerlo que no sea con las bayas.
Por suerte, además de Primulas, mi madre nos trajo unos arbustos de esas bayas, así que Peeta solo debe salir fuera y recogerlas, cuando vuelve me esboza una de sus tiernas sonrisas y me dice:
-¿Recuerdas la cueva en la arena? Usaste esto para dejarme fuera de combate y así poder ir al banquete a por mi medicina. Vaya si funcionó, estuve dormido casi un día entero.
Esos recuerdos, son recuerdos de una situación desesperada, bajo la mirada y le miro la pierna izquierda.
-Si pero no pudimos salvar tu pierna.
-Pero me salvaste la vida Katniss, aquí tienes.
Le tomo las bayas de las manos, y las mezclo con un poco de agua, para formar un jarabe y dárselo de beber a Gale. Cuando me acerco, el abre los ojos y me mira.
-Hola Catnip.
-Gale, mejor ahora no hables, tomate esto, te ayudara a descansar, - le digo – Y se lo toma sin rechistar, pero no puedo reprimir una sonrisa cuando veo la cara de Gale al notar su sabor. Peeta sonríe, es la misma cara que puso cuando se las dí en la arena.
-Son un poco dulzonas ¿verdad, Gale? – Bromea Peeta-
-Un poco, si, Peeta, pero si la doctora quiere que me las tome, ella sabrá lo que hace, y cae rendido, esbozando media carcajada.
-Mañana debería sentirse mejor, tendrá tiempo de recuperarse, -le digo a Peeta- y los dos nos damos la mano y nos dirigimos a la habitación de los niños.
Están completamente dormidos, sus caras aun reflejan las lágrimas que han soltado esta noche, una noche terrorífica, pero cuando nos devolvemos las miradas, sabemos que nunca nos vamos a rendir. Quien haya hecho esto debe pagar. Y pagará.
Mañana más
Última edición por Peeta Mellark Cleaver el Mar Mayo 21, 2013 10:18 am, editado 2 veces
Re: Los Juegos del Hambre: El regreso del Terror (by Peeta Mellark)
16
Los chicos siguen descansando y Finnick empieza a despertarse, mientras Prim, Alicia y Cinna, están hablando entre beso y caricia, sobre el “otro” problema que hay en los juegos.
-Debemos eliminar de alguna forma a esa gárgola, no podemos enfrentarnos a los profesionales con ella en medio.
-Es verdad, quedamos demasiada poca gente y no podemos permitir que se interponga más entre nosotros y ellos, esa gárgola debe caer.
-¡Finnick! Estás despierto. ¿Cómo te encuentras? –Dice Alicia-
Los ojos de Finnick destilan odio, ha oído morir a su prima a manos de esa alimaña de Caia, y se ha salido con la suya, han escapado los dos, y él ha sido herido.
-Esa zorra, debe pagar, debe pagar por la muerte de Dahlia, no pararé hasta que haya muerto.
-Si quieres hacerlo antes deberás estar recuperado del todo, y con una herida como esa, dudo que puedas acabar con ella. –Replica Cinna-
Mientras vemos esta conversación, vemos como Præses y Julius Dux, vuelven a la sala, sus caras denotan rabia y desesperación, no estaban preparados para una alianza de tal magnitud y de mucho menos, que se forjara una gran amistad. Apoyo la cabeza un poquito sobre el hombro izquierdo de Peeta y le digo:
-Me parece que hay dos personas que su venganza no les está saliendo como tenían pensada.
-Y no solo eso, preciosa, estoy seguro de que ya han amenazado al Vigilante Jefe por los errores de sus mutos.
Nos ponemos a reír, soltando una larguísima carcajada, toda la sala nos mira pero no podemos parar de reír, los chicos han demostrado ser más listos de lo que habían previsto y la alianza está saliendo perfectamente. Pero ahora tienen razón, hay que solucionar el problema de la Gárgola.
-Bien, ¿como nos deshacemos de esa Gárgola? –Dice Cinna-
-Normalmente en el 13 lo hacemos con armas de fuego, pero aquí no tenemos.
Cinna se toca el bolsillo y nota un pequeño paquete, lo saca y lo abre, sus ojos se abren como platos, y lo muestra a sus compañeros, se giran dando la espalda a donde creen que tiene las cámaras.
-Bien hecho. –Asevera Peeta- El secreto ante todo.
-¿Chicos, recordáis las Bayas? –susurra-
-Por supuesto, las habíamos guardado para acabar con la víbora pero ya no hacen falta.
-Bien y si… ¿las usamos contra esa gárgola?
Finnick se levanta apoyándose en un trozo de madera caido del cobertizo y se acerca a ellos.
-Cof, cof… -“tose”- ¿Podría funcionar, pero como se lo haremos comer? –Cof, cof “tose”-
Todos se giran mirando a Prim.
-Deberías salir a cazar algún animal, ese bicho ha de comer. –Dice Cinna- Pero no te alejes.
En ese momento se oye el himno y salen las fotos de las muertes del día. Primero Dahlia y luego la Víbora. Se oscurece y vuelve a sonar el himno.
-Y solo quedan seis, esto se acaba, y pronto tendrán que pelear entre ellos, si no lo remediamos antes. –Dice Peeta-.
-Esperemos que podamos solucionar el entuerto, pero antes convendría que se deshicieran de los dos profesionales. Finnick no está en disposición de pelear como me gustaría, esa herida es más grave de lo que parecía en un principio. –Asevera Annie-
Desde el centro lo vemos claro, el color que tiene la herida alrededor no es bueno es un color oscuro, tirando a morado con rastros de trocitos de metal incrustados en la piel, que por supuesto sin el material necesario, ninguno de ellos han sido capaces de sacarlos, así que ha comenzado a pudrirse bajo la piel del chico. Prim se da cuenta del aspecto de la herida de Finnick y no puede evitar fijarse en ella.
-No me gusta esta herida Finnick, está infectándose, parece que hay rastros de metal dentro de la piel, pero aquí no tengo nada para sacarlo, ¿crees que podrás resistir?
-Cof, cof, -tose-, no hay problema, podré aguantar.
Sus miradas se cruzan solo un segundo y vemos la cara de Finnick al mirarle a los ojos, Prim baja su cara casi al instante ofreciéndole una nueva mirada furtiva, incluso nos parece que las mejillas se le ruborizan, pero quizas solo haya sido un reflejo del sol, de hecho, parece que los vigilantes han pensado que va siendo hora de adelantar un poco los días en la arena y han pasado a avanzar el día llegando a la puesta del sol.
-Vale salgo a cazar, no se que animales podré encontrar aquí casi no he visto ninguno.
-No te alejes demasiado, piensa que esos dos están dando vueltas, buscándonos lo más seguro quédate cerca lo suficiente para oírnos cuando hagamos la señal.
-Vale Cinna, no me alejaré.
-Espera… quiero ir contigo.
-No. Tú te quedas, no estás en condiciones de venir a ningún sitio, debes descansar y ponerte fuerte.
-¡Quiero ir! –Chilla Finnick-
-¿Tengo que volver a dejarte sin sentido Finnick? No me obligues a hacerlo, siéntate y deja ir a Prim a cazar sola.
Prim no espera y sale del cobertizo, mientras Finnick sigue discutiendo con Cinna, que haya dejado salir a Prim sola a cazar, llegado un punto que Cinna se cansa y le repite.
-Finnick no me obligues a volver a dejarte sin sentido, Prim es lo bastante buena como para poder salir ahí fuera a cazar. No le pasará nada, confía en mí y en ella.
Finnick frunce el ceño, está claro que no está conforme con la decisión e intenta encararse a Cinna, pero la herida lo detiene, Alicia alarga su brazo y toma la cara del chico, Cinna no se lo esperaba, pero ante Finnick le da un larguísimo beso en los labios, está claro que se ha cansado de tanta discusión. Tras unos largos diez minutos de beso y caricias por parte de los dos se sueltan y Alicia mira a Finnick con evidente rostro de desaprobación.
-Finnick, podríamos haber dejado que murieras hace tan solo unas horas, ¿y así agradeces que te hayamos salvado e intentado curar esa herida tan fea que tienes?
Pero Finnick no devuelve respuesta y gira la cabeza, se levanta y se dirige a uno de los taburetes de madera que hay en el cobertizo, se sienta en el y se le oye mascullar.
-Si no os gustaba que estuviera con vosotros me hubierais dejado ahí en la cornucopia, nadie os ha pedido que me ayudarais en ese momento.
Cinna ya se ha cansado de tanto Juego, se levanta y se acerca a Finnick susurrándole algo al oído, acto seguido le dice:
-Lo siento, otra vez.
Y le vuelve a golpear en la nuca para dejarlo inconsciente y que no hiciera ninguna barbaridad que pudiera causarle daño a ninguno de ellos.
-Se lo avisé, comenzaba a cansarme sus tonterías. –Refunfuña Cinna-
Se oyen las cuatro notas de Prim, y los sinsajos repiten, Cinna hace lo propio, Alicia se levanta y sale del cobertizo
-¿Vamos al lago Cinna? A ver si podemos pescar algo de comida.
-No debemos alejarnos demasiado pero podemos llegar, de hecho está aquí al lado.
Cinna vuelve a hacer la señal y los sinsajos hacen una sola nota y se callan, ven llegar corriendo a Prim con unos cuantos conejos y un cervatillo, tras ella un chillido que ya lo han oído antes.
-¡¡¡Rápido al cobertizo!!!
-Ha faltado demasiado poco, ¿estás bien Prim?
-Sí, pero esa criatura estaba esperándome, se me ha lanzado encima cuando ha oído el chillido de los animales al morir, no lo había visto antes.
Limpian los conejos y hacen un fuego en la chimenea del cobertizo, mientras Cinna prepara la trampa para la Gárgola; Finnick se despierta y se levanta amenazante.
-Te avisé tres veces Finnick, no me hiciste caso. –Responde Cinna, levantándose y volviendo a susurrarle algo al oído-.
Finnick se da por enterado y se sienta en la silla, esboza una sonrisa y una mirada picarona a Prim, esta le da una miradita furtiva y vuelve al despiece de los conejos. Mientras Cinna acaba de preparar la trampa para la Gárgola.
-Vale esto ya está listo, ahora solo tendríamos que poder salir y atarlo disimuladamente a un árbol para que lo cace la Gárgola, en cuanto se lo coma debería hacerle efecto automáticamente.
Lo vemos todo desde la sala, tanto Peeta como yo, estamos riéndonos por la las decisiones que está tomando Cinna referente al comportamiento irracional de Finnick.
-Lo siento Annie, pero Finnick no le está poniendo las cosas fáciles a Cinna. –Digo-
-Es verdad, pero entiendo su desesperación, ha perdido a Dahlia, y no quiere perder a una buena amiga en estos momentos. –Responde Annie-
-Veremos si esto funciona, mirad como están atando al cervatillo, en una zona limpia de árboles para que la bestia lo vea enseguida. –Asevera Peeta-
Vemos como los chicos atan por el cuello y las piernas al cervatillo, lo justo para que aguante en pie, mientras Prim vigila el refugio y el cielo con el arco cargado con una flecha, por si acaso la bestia ataca mientras le preparan la trampa, la cuerda es muy delgada, de hecho es la misma que habia en las mochilas, pero han desecho unos metros de la misma y usan hilos de la cuerda para atarlo, de esta forma no se ve y da la sensación que el cervatillo está vivo.
-De acuerdo, ya está vamos dentro. –Responde Cinna-
Se oye un chillido a lo lejos, la bestia regresa y se para por un momento sobre el lago, como si oliera algún alimento, hasta que se gira y ve el cervatillo, se lanza en picado hacia el animal, mordiendo la carne y desgarrando músculos, de repente se oye un desgarrador chillido y la criatura cae muerta ante el refugio.
-Un problema menos, esas jaulas de noche han surtido un gran efecto, muy listos. –Decimos-
-¿Y ahora? ¿Qué hacemos con la carne? –Pregunta Alicia-
-Es peligroso comerla, no recuerdo si las bayas soltaban veneno o no. ¿Lo recuerdas tu Prim?
-Creo recordar que las bayas son peligrosas y mortales las comes a ellas….
-Debemos mandarles un desinfectante, esas bayas pueden haber dejado restos en la carne. –Digo-
Nos reunimos con los patrocinadores, sabemos que esto va a ser muy caro, pero no podemos arriesgarnos a que la carne esté envenenada y es una lástima que se pierda todo ese alimento, pensando que tienen que enfrentarse a esos dos profesionales. Finalmente tras diez minutos conseguimos los fondos y les enviamos el paracaídas.
-¡Mirad otro regalo!
“añadir a la carne y esperar veinte minutos, cocerla y buen provecho”
-Nos han enviado un desinfectante, podremos comer esta carne perfectamente. –Responde Alicia-
-Yo quiero ayudar a limpiarlo. –Dice Finnick-
-¿Vas a volver a dar problemas, amigo? –Pregunta Cinna, guiñando un ojo-
-No te preocupes entiendo tu postura.
Finnick toma un cuchillo largo y comienza a despedazarlo, Prim le quita las vísceras y las arroja al fuego de la chimenea, las alas las queman y el resto lo desinfectan y lo cuecen al fuego. Se reparten las sobras y las envuelven en hojas para mantenerlo fresco, por si acaso se separan. Cae la noche y Prim y Finnick montan guardia, Alicia y Cinna se envuelven en su saco de dormir y se acurrucan uno al lado del otro y pegan sus frentes, sus manos se paran alrededor de sus mejillas, como si se quisieran proteger entre ellos. Todos saben que está llegando el final de estos juegos y no quieren perder a nadie, pero… solo puede quedar uno. Tras una noche tranquila, los chicos se ponen en pié y recogen agua, la desinfectan y vuelven a moverse, están a un día de la ciudad en ruinas y ahí es donde deben querer los vigilantes que acabe todo, ahí se dirigen.
-De acuerdo, chicos esto va acabar muy pronto, no sabemos que más hay en esta arena, pero podemos esperar cualquier cosa, seguiremos este sendero, en algún sitio han estado todos estos días los profesionales a cubierto. –Dice Cinna-
Comienzan una larga caminata a través del bosque, siguiendo el camino de tierra que encuentran, forma un sendero y les lleva directos al final de toda esta pesadilla, en su camino encuentran algunas de las armas que han perdido el resto de tributos durante las peleas, entre ellas algunas flechas, que Prim se apresura a coger, no le quedan muchas en su carcaj así que estas dos docenas de flechas pueden ser vitales.
Pasan las horas y el sendero no parece acabar nunca, así que deciden hacer un alto en el camino para descansar y retomar energías comiendo un poco.
-Esto tiene que acabar en algún sitio, no es posible que no tenga final.
-Además no hemos encontrado el campo de fuerza, esto significa que aún no hemos alcanzado el final de la arena. –Susurra Cinna-
-¿Como sabes tu eso? –Cuestiona Finnick-
-Papá y mamá nos pusieron todas las cintas de los anteriores juegos, entre ellos el de su mentor, Haymitch Abernathy y su vasallaje de los veinticinco, en ellos se encontraban con ese campo de fuerza, Haymitch lo usó para vencer en el segundo vasallaje de los veinticinco…. –Dice Prim-
-Y nuestro padre casi muere en el tercer vasallaje de los veinticinco por que chocó contra el campo de fuerza, tu padre le resucitó usando el RCP. –Finaliza Cinna-
Finnick no da crédito a lo que están contándole los chicos, está claro que conocen más las artimañas del Capitolio de lo que se esperaba.
-Muy bien debemos seguir moviéndonos, es mejor que lleguemos cuanto antes donde sea que acabe este camino.
-Es verdad aquí estamos demasiado expuestos. –Responde Prim-
Pasa otra hora y a lo lejos comienzan a discernir una extraña ciudad, no parece ser una ciudad demasiado importante, esta toda en ruinas salvo el Edificio de Justicia, el cual lo han dejado completamente entero, el resto está lleno de escombros, entran y pasan por lo que parece ser la plaza de la ciudad.
-Ha llegado el momento, mira esos restos Katniss, si Cinna es listo se dará cuenta de donde están. –Dice Peeta-
-¿Eso es…? –Digo-
Peeta asiente.
-La panadería de mis padres.
Los chicos siguen moviéndose, mirando todos los restos.
-¿Dónde… estamos? –Pregunta Alicia-
-No… no puede ser… esto es… -Intenta decir Prim-
Cinna frunce el ceño y arranca a correr, se para justo en la zona que Peeta había mencionado.
-La panadería…, estamos en el 12, o al menos… en lo que queda del 12. –Asevera-
En ese momento un grito de angustia los hace perder la atención de las palabras de Cinna.
-¡Ah! ¡No! ¡Suéltame!
Cinna se levanta y ve a Alicia como lucha por soltarse de las garras de Caia, pero la tiene agarrada del cuello y un cuchillo apuntando a su espalda.
-Maldita sea… ¡Suéltala!
-Oh… pero si estáis todos aquí, hasta el enamorado del doce, no la voy a soltar, ¡nunca! Vamos enamorado, si quieres que la suelte viva, deberás soltar tus armas… ¡todas!
En la sala de control se hace un silencio sepulcral, nadie se atreve a decir nada, va a ser la decisión más dura de Cinna durante todos los juegos, no ha tenido reparo en mostrar su amor hacia esa chica y ahora, se encuentra entre la espada y la pared, pero haga lo que haga, debe actuar rápido, y debe hacerlo ahora.
-No, Cinna no lo hagas… Puede que esté por ahí… el otro.
Desde el silencio de la sala de control podemos oír casi como la respiración de Cinna va en aumento, incluso me parece oír los latidos de su corazón, acelerándose, pero no se decide, sabe que Alicia tiene razón, Caín puede estar escondido en las ruinas y cuando lance las armas va a ser un blanco fácil.
-Oh, vamos doce, ¡decídete! ¿O quieres que te mande una invitación por escrito? –Replica Caia, soltando una malévola carcajada-
No puedo soportarlo más, entre el silencio y la duda de Cinna, mi corazón es como si se parara, me agarro con fuerza buscando el calor y la consistencia de Peeta, y el se da cuenta y me toma las manos, las suelta y le digo:
-No, por favor, no me sueltes, te necesito a mi lado.
Él me pasa su brazo izquierdo por el hombro tomándome la cara con su otra mano, acercándome a su pecho, me encuentro protegida de esta forma. Quizás parezca débil, pero la tensión me está afectando demasiado.
Al final ocurre lo impensable. Cinna se gira hacia Prim asintiéndole con la cabeza y ella prepara una flecha y la carga.
-Yo te cubro Cinna, haz lo que debas. –Responde-
-Está bien, tú ganas, suelto todas mis armas, ¡ahora suéltala!
Cuando suelta las armas y las lanza a unos metros de él, ve como Alicia es liberada…
“¿Ya está?, ¿así de fácil?” –Pienso-
Pero lo que vemos a continuación es terrorífico, un cuchillo largo, atraviesa la cara de la pobre chica y se queda ensartado en su boca, muriendo al instante. La cara de Prim y Finnick es un todo un poema, la habia liberado y la ha matado a sangre fría por detrás con ese cuchillo largo. Cinna se arrodilla junto al cadáver de su amada Alicia, golpeando una y otra y otra vez con sus puños al suelo.
-Alicia, ¡no, no, no! ¡Esto no tenía por que acabar así! –Se levanta del suelo secándose las lágrimas-
No reconocemos a nuestro propio hijo, la sala ha saltado con un estrepitoso grito de horror al ver el desenlace de la pobre Alicia, en ese momento suena el cañonazo, pero no podrán recuperar el cuerpo hasta que se vayan todos de su lado, las cámaras nos enfocan la mirada de Cinna.
-No… no puede ser, esa mirada, lo que no consiguieron conmigo lo han hecho con él, esa mirada es la de un animal furioso. –Dice Peeta-
-No querría estar en la piel de Caia, me temo que le ha llegado la hora. –Replico-
Caia da dos pasos atrás, por su mirada podemos ver que está muerta de miedo, ha conseguido algo que hasta ahora nadie había logrado, y es hacer daño de verdad a Cinna, él quería ser como su padre, de hecho entrenó a regañadientes, no le gusta matar a la gente pero…
-No mato con gusto propio, de hecho nunca he hecho daño a nadie, salvo aquí en los juegos, con la gente que ha intentado matarme. Y ahora…. Contigo haré una excepción, maldita zorra, ¡has matado a mi novia, al amor de mida! ¡Y vas a pagar por esto!
Cinna se lanza con las manos desnudas contra la chica y comienza a propinarle brutales puñetazos, con su descomunal fuerza le rompe la nariz con el primero y le hace saltar numerosas piezas dentales con el segundo, abriéndole una enorme brecha en el labio y su mejilla izquierda, la coge con sus poderosos brazos y llevado por una inusitada rabia, la empieza a apretujar entre ellos.
-Voy a disfrutar rompiéndote todos tus huesos, ¡zorra!
Y sigue apretando, desde la sala de patrocinadores oimos uno tras otro como van crujiendo sus huesos y Cinna no para.
“crac, crac, crac, crack”
-No vas a morir todavía, quiero divertirme un poco más, esto es venganza, te la has buscado por matarla, ¿la ves?
Cinna deja de apretar y la coge de la nuca estampándola en el suelo, haciéndole morder la arena, justo al lado de la chica que ella misma ha ensartado con su largo cuchillo.
Durante diez largos minutos vemos como Cinna juega con Caia, la cual en sus manos no parece más que una muñeca de trapo, pero al final vemos como sin notar cansancio alguno Cinna se harta.
-Ya me he cansado de ti, donde está ahora ese imbécil de tu hermano. ¿¡Eh!? ¿Dónde?
Cinna la coge de la cintura y comienza a ningunearla, la lanza sobre unos escombros a treinta metros y oímos un agudo chasquido.
“¡Snap!”
Vemos como Caia se desmorona patinando sobre los escombros y cuando se asienta en el suelo, la rodea una densa nube de polvo y piedras, el cuello lo tiene roto, de hecho la violencia del golpe le ha girado la cabeza ciento ochenta grados, y la ha dejado mirando hacia atrás, Caín sigue sin aparecer, y los ojos de Cinna siguen mostrando el fuego de la venganza, el odio, el asco, se acerca a Caia y le escupe en su cuerpo.
-Por fin has pagado tu afrenta a Alicia, pronto pagará tu hermano también con la misma moneda.
-¿Cinna estás bien?
-Estoy bien Prim, -responde Cinna-
-Deberíamos ponernos a cubierto, recoge tus armas, no creo que el otro esté lejos de aquí. –Dice Finnick-
-Que venga, lo estoy esperando.
Nos miramos todos en la sala de patrocinadores, no habíamos visto aún una escena tan brutal en estos juegos, ni siquiera la pelea de Caín y Abel, lo fue, Cinna ha roto los esquemas de estos nuevos juegos y lo que es peor. Él ha demostrado que tanto Alicia, como él mismo, no eran una pieza del Capitolio. Aunque su muerte haya despertado al animal que lleva dentro.
Re: Los Juegos del Hambre: El regreso del Terror (by Peeta Mellark)
17
De nuevo, parece que los vigilantes tienen ganas de volver locos a los chicos, hacen pasar las horas de la tarde más rápido de lo normal y obligan al tiempo hacerse pasar más deprisa, es ya de noche, han adelantado las horas y ya son casi las nueve de la noche en la arena, a pesar que en Panem no han pasado ni unas horas desde que se produciera la más horrenda de las muertes en los juegos y la reacción más inusitada de Cinna después de perder a su amada ese mismo día.
-A ver que pasa, nunca lo había visto así. –Dice Peeta-
-Ha sufrido mucho, eso ha sido un shock para todos. –Respondo-
Volvemos de nuevo nuestras caras a la arena, Finnick está peor… mucho peor.
-Cinna, Finnick tiene fiebre.
Pero Cinna no le hace ni caso a su hermana, sus pensamientos están absortos en Alicia y su venganza personal. Prim se levanta, y se acerca a su hermano dándole un bofetón en la cara. Cinna se le gira y en sus ojos podemos ver verdaderas llamas de odio y venganza, se nota que estaba llorando, todavía tiene lágrimas que le caen por las mejillas.
-No vuelvas a hacer eso Prim.
-Te necesito conmigo, debes ayudarme.
-Cuida tu a Finnick, te necesita más que a mí, la sanadora siempre has sido tú.
Cinna se gira y le da la espalda a Prim, está claro que lo que necesita es estar a solas, un momento de intimidad para poder llorar la muerte de su amada, es algo que Prim no quiere entender.
-¿Quien hace la guardia? –Pregunta Finnick-
Cinna se gira y los mira a los ojos.
-Quedaos aquí, la hago yo.
-Pero…
-No insistas Prim, y no vuelvas a tocarme como lo has hecho anteriormente.
-Creo que puedo entender a Cinna, además parece que sabe algo que nosotros no sabemos. –Respondo-
Peeta asiente y volvemos a los juegos, Cinna sale y se acurruca en su saco de dormir, justo detrás de la puerta del Edificio de la Justicia, mirando al cielo, los vigilantes son sangrientamente malévolos esta noche, dibujan los números de los distritos muertos antes de las fotos con estrellas en el cielo, lo que alimenta aún más el odio y la frustración de Cinna por no haber podido salvar a su amada, en ese momento Cinna se seca las lágrimas de sus ojos y se pone a cantar una canción que hacia años que no cantaba nadie de nuestra familia.
¿Vas, vas a volver
al árbol en el que colgaron
a un hombre por matar a tres?
Cosas extrañas pasaron en él,
no más extraño sería
en el árbol del ahorcado reunirnos al anochecer.
¿Vas, vas a volver
al árbol donde el hombre muerto
pidió a su amor huir con él?
Cosas extrañas pasaron en él
no más extraño sería
en el árbol del ahorcado reunirnos al anochecer.
¿Vas, vas a volver
al árbol donde te pedí huir
y en libertad juntos correr?
Cosas extrañas pasaron en él
no más extraño sería
en el árbol del ahorcado reunirnos al anochecer.
¿Vas, vas a volver
al árbol con un collar de cuerda
para conmigo pender?
Cosas extrañas pasaron en él
no más extraño sería
en el árbol del ahorcado reunirnos al anochecer.
al árbol en el que colgaron
a un hombre por matar a tres?
Cosas extrañas pasaron en él,
no más extraño sería
en el árbol del ahorcado reunirnos al anochecer.
¿Vas, vas a volver
al árbol donde el hombre muerto
pidió a su amor huir con él?
Cosas extrañas pasaron en él
no más extraño sería
en el árbol del ahorcado reunirnos al anochecer.
¿Vas, vas a volver
al árbol donde te pedí huir
y en libertad juntos correr?
Cosas extrañas pasaron en él
no más extraño sería
en el árbol del ahorcado reunirnos al anochecer.
¿Vas, vas a volver
al árbol con un collar de cuerda
para conmigo pender?
Cosas extrañas pasaron en él
no más extraño sería
en el árbol del ahorcado reunirnos al anochecer.
Todos nos quedamos de piedra, esa canción nos la cantaba nuestro padre, su abuelo.
-¿De qué te extrañas preciosa? Esa canción se la cantabas tu cuando tenían pesadillas, era como si le quisieras decir que no deben tener miedo a nada ni a nadie. Además sabes de lo que habla esa canción, y así se siente Cinna en este momento.
En la sala se hace de nuevo un silencio sepulcral, se oyen comentarios de todo tipo mientras seguimos viendo el devenir de las cosas en la arena. Se me saltan las lágrimas al oír esa canción y de entender los verdaderos sentimientos de Cinna. Cuando acaba la canción, Cinna susurra al cielo una sola frase:
-Esto no ha acabado todavía Alicia, me queda uno, uno más y entonces, solo entonces, mi venganza estará acabada.
Tras los números en el cielo vemos las fotos de Caia primero y Alicia después, oímos en la pantalla y vemos, como Cinna rompe a llorar de nuevo, está claro que los sentimientos del chico son reales y que de verdad su amor era mucho más profundo de lo que esperábamos. Se pasa la noche llorando, aunque a primera hora del alba consigue dormirse al menos una hora, lo está pasando muy mal y necesita a alguien a su lado, pero lo que no puedo, o mejor dicho… no podemos entender es que no quiera a su hermana a su lado.
-¿Cinna, podemos hablar? –Dice Finnick-
Cinna se gira y asiente, parece que prefiere a Finnick a su lado en lugar de su hermana. Finnick se sienta al lado de Cinna y le hace señas con su brazo izquierdo. Cinna acepta el gesto de cariño y se acerca a su amigo.
-Mira, siento lo de Alicia, pero no tienes derecho a hablarle a tu hermana como lo has hecho antes. Ella lo esta pasando igual que tú, ¿sabes?
-Mira Finnick si muero hoy, quiero que cuides de Prim, necesito que consigas que salga de aquí con vida.
-Eso no quiero que lo digas ni en broma, vas a salir con ella de aquí, vivos, los dos.
-No Finnick, no quiero que te entrometas en mi última pelea.
-No vas a pelear solo Cinna, vamos a pelear todos juntos, como un equipo.
-¿No me he explicado bien, Finnick? Caín es mío, amenazó con matar a Prim y a mi con sus propias manos y a mi hermana no la tocará nadie y menos tras haber perdido a mi… amor; Alicia.
-Pero Cinna. –Rechista Finnick-
-¡Sin peros! Es mi pelea.
Cinna pega sus labios casi totalmente a la oreja de Finnick y le vuelve a susurrar. Finnick aparta la cabeza con unos ojos como platos, ¿que puede haberle dicho para que le deje tan atónito? Los dos se levantan al ver llegar a Prim, se sientan todos juntos para desayunar, Prim mira a los ojos a su hermano, su mirada es la misma que le mostró al abofetearle la noche anterior.
-Cinna… lo… lo siento. No debí golpearte pero no me estabas haciendo caso cuando te hablaba.
Cinna levanta la mirada y frunce el ceño.
-Has de aprender a entender cuando la gente necesita estar a solas, hermanita. No voy a estar siempre a tu lado para protegerte, va siendo hora que aprendas a hacer las cosas por ti misma.
Baja la mirada y abre el paquete de la carne de Gárgola que tiene en las manos, mientras Prim y Finnick acaban de comer y se levantan juntos.
-Vamos Prim, tu hermano necesita pensar y estar a solas para dar por finalizado su duelo, o al menos para intentarlo. Tiene razón en una cosa, hay que empezar a ser un poco más individualistas. –Finnick se gira a Cinna y le guiña un ojo, Cinna le devuelve una cabezada, dándole las gracias-.
-Vamos a explorar las ruinas, a ver que podemos encontrar.
Mientras ellos salen por las ruinas del doce, Cinna prepara sus armas, los cuchillos, la espada, las lija con una piedra, y cuando termina se mira las manos, aún las tiene manchadas con sangre seca de Caia, al verlas suelta una malévola risa.
-Creo que acabare con Caín igual que con la perra de su hermana. –Susurra-
-No será capaz de… -Digo-
-Me temo que sí, esto es muy peligroso, no puede arriesgarse a pelear contra el bestia de Caín a mano desnuda, puede que pueda con él, pero…. –Responde Peeta-.
-Pues creo que podrá con él, pensad que Cinna pelea por amor y por proteger a su hermana y a Finnick, además la rabia y el odio puede dar una enorme fuerza. –Interrumpe Annie-
-Pero aún no sabemos que le dieron en el banquete a Caín. –Asevera Rain-
-Si mis pensamientos están en lo cierto, será una especie de armadura… pero si Cinna le obliga a pelear cuerpo a cuerpo, estoy seguro que se la quitará. –Responde Peeta-
Volvemos a la arena, las cámaras dejan a Cinna absorto en sus pensamientos de pelea y venganza y se centran un poco en Prim y Finnick, a pesar de éste último tener algo de fiebre con esa mala herida vemos como se anima a ir a dar un paseo con Prim, su forma de actuar no enseña a ninguno de nosotros un comportamiento extraño. Pero algo sabe Cinna por los susurros a Finnick y él no ha negado nada cada vez que le ha susurrado se dirigen hasta donde estaba el antiguo quemador, al fondo vemos… los restos humeantes de una casa… no… mi antigua casa, derruida.
-No quiero estar más aquí, sigamos por favor.
-De acuerdo, tranquila, vamos a seguir a ver que más podemos encontrar.
Vemos al fondo del distrito las doce casas de la Aldea de los Vencedores, rodeada de extrañas vainas.
-¿Eso son? –Pregunto-
Todos se incorporan, incluso veo a Johanna como se acerca a nosotros y se sienta a mi lado, justo a la izquierda de mi asiento.
-Vainas, y están activas. –Dice Johanna-
-Finnick me da mala espina esas cosas ¿por qué no volvemos?
-De acuerdo vamos con tu hermano.
Pasan los minutos y llegan al edificio de justicia, se acercan a las puertas y de repente vemos como Finnick se desploma, y alguien agarra a prim del cuello.
-¡Vamos enamorado, sal aquí a fuera!
-Cinna, Cinna, ¡no! ¡No le hagas caso, no salgas por favor!
-Vamos doce, no me hagas esperar, ¿o prefieres ver morir a tu pequeño y diminuto Sinsajo?
“Mal hecho Caín, muy mal hecho” -pienso-
Se oye un estruendo en el Edificio de Justicia, todos los cristales de las enormes puertas se destrozan, como si una bomba hubiera estallado en su interior. Cinna sale, cargado con un simple cuchillo corto, y ve a Finnick en el suelo, cerca de la Aldea de los Vencedores, se acerca a él y ve la herida del otro día que se le ha vuelto a abrir, pero el corte es nuevo, no es el mismo que el de ayer. Aún apoyado en el cuerpo vivo de Finnick, hunde su rodilla izquierda en el suelo y se levanta, girándose despectivamente hacia Caín, le lanza un escupitajo a los pies y mira a su hermana. Vuelve a arrodillarse en el cuerpo de Finnick y le entrega su brazalete de oro puro con la llama decorada.
-Finnick, por favor, toma mi brazalete. Si hoy muero en la arena por favor hazlo llegar a mis padres.
Finnick se incorpora para tomar el brazalete y le coge las dos manos con las suyas.
-Cinna no tienes por qué hacer esto solo, podemos ayudarte.
-No os metáis, quiero que en cuanto libere a Prim os escondáis, me llevare a Caín a la Aldea de los Vencedores, ayer pude ver esas vainas, y por favor. Toma esta bolsa.
-¿Qué enamorado, has acabado de despedirte de ese perdedor? –Dice Caín con una malévola sonrisa dibujada en su boca-.
-¡¿Perdedor?! Tú jamás tendrás unos amigos como los que he tenido yo maldito cabrón. Amenazaste con matarnos a mi hermana y a mí con tus propias manos, ¿verdad? ¿Pues por qué no empiezas conmigo?
Las palabras de Cinna encienden el odio de Caín, que amenaza aún más de ensartarle un cuchillo en la sien de Prim, pero de repente Finnick se lanza y coge a la pequeña en sus poderosos brazos y ni tan solo el profesional ha podido preveer ese magnífico movimiento, a pesar de estar herido su cuerpo atlético ha logrado hacer lo que otra persona no hubiera hecho, sacar fuerzas de flaqueza y salvar a la niña.
Cinna ahora tiene el camino libre para enfrentarse a ese monstruo, pero decide no hacerlo en esa zona y mirándole a los ojos le dice:
-Vamos ¿no querías matarme? Entonces sígueme.
Los dos se alejan de Finnick y Prim, acercándose a las casas de la Aldea de los Vencedores.
-¿Estás bien Finnick?
-Sí, pero me preocupa más tu hermano.
-¿Qué te ha dado? ¿A parte del brazalete?
-No lo se, pero hay una nota: -Finnick la lee en voz baja, hasta completar un ínfimo susurro, ninguno lo llegamos a entender para nada-
“usar si muero hoy, debéis ganar los dos, se lo que hay entre vosotros y quiero que ganéis, juntos”
Los dos se miran estupefactos, Cinna sabía que algo había entre ellos pero lo ha mantenido en secreto. Los dos Tributos llegan a la Aldea de los Vencedores y se miran fija y salvajemente.
-Se que llevas una armadura, ¿de verdad quieres matarme con protección? ¿Que tiene de honrado pelear así en un profesional Caín?
Caín enfurece y se saca la chaqueta y la camisa, dejando ver una enorme armadura que le protege todo el torso, está hecha de un metal muy grueso, como comenta Dreama en la sala.
-Ha sido muy listo, esa armadura hubiera evitado cualquier daño que le hubiera hecho Cinna. ¿De donde habrá sacado la idea de la armadura?
Peeta y yo nos miramos, entonces lo entendemos.
-¡Cato! –Exclamamos los dos a la vez-
-El Tributo del Distrito 2 con el que tuvimos que pelear al final de los Septuagésimo Cuartos Juegos Del Hambre, el Capitolio le puso en el Banquete una mochila, la cual llevaba una armadura dentro….
-De hecho no pude matarlo con las flechas apuntándole al torso ya que rebotaban. –Interrumpo-
-Solo espero que Cinna sepa lo que hace. –Acaba Peeta-
Caín deshace la basta armadura de su espalda y la suelta al suelo de un golpe, lo que hace hundir el suelo de la arena unos cinco centímetros y levantando una densa polvareda, Cinna tira al suelo un cuchillo con el que había salido del Edificio de Justicia, lo lanza lejos de los dos, para asegurarse de que no puedan usarlo.
Los dos empiezan a girar observándose, sus miradas de odio, venganza y de animales salvajes nos sobrecogen a toda la sala, hasta que Caín se lanza hacia Cinna, golpeándolo furiosamente en la cara, desequilibrándolo, pero no tirándolo al suelo, y le devuelve el golpe justo en la nariz, los dos comienzan a sangrar, uno por la mejilla izquierda y el otro por el corte de la nariz, prosiguen lanzándose puñetazos, patadas, impactan todos y cada uno de los golpes, hasta que uno de ellos, el profesional muerde el polvo, con la nariz rota, y las dos partes del labio inferior sangrando, escupe al suelo y suelta una de sus piezas dentales. Cinna se limpia la sangre del ojo y del labio, su mirada está perdida hacia el cuerpo del profesional, se acerca e intenta cogerlo, pero Caín, se saca un largo cuchillo de la parte trasera de su cuerpo y le rebana el estómago, causándole un corte muy profundo y grande, que le hace perder el equilibrio. Aún así el joven Cinna se saca su chaqueta y la ata fuertemente a su cintura, realizando una especie de torniquete, que evita la salida de sangre y literalmente los intestinos del interior.
-Cof –tose sacando flemas de sangre y saliva de su boca- ¿así que es de esta forma como peleáis los Profesionales? El profesional que peleó con mis padres tenía al menos más honor y vergüenza que tu, cabrón.
Cinna se pone en pie nuevamente y observa durante un segundo el terreno y ve hierros saliendo de los escombros del quemador, se abalanza sobre Caín quien intenta volver a cortarlo con su cuchillo, pero Cinna detiene su brazo y consigue desarmarlo y le vuelve a propinar brutales puñetazos a la cara del Profesional, quien se está viendo superado por un Tributo del montón, Sorprendido por que la herida grave que le ha hecho en el estómago no lo detiene y parece hacerle más y más fuerte por momentos, intenta zafarse, pero Cinna no lo permite, y sigue golpeándole, hasta que Caín consigue desequilibrarle y le obliga a rodar por el suelo, así siguen hasta que Cinna consigue llevarle donde quiere y lo coge del cuello con sus poderosas manos, se levanta, tomándolo con su mano izquierda, levantándolo sobre él, y lanzarlo contra los escombros del quemador, Caín queda al parecer inconsciente tras el fuerte golpe que ha recibido en la cabeza contra los escombros por unos segundos, todo parece haber acabado, Cinna se refuerza el torniquete y se abalanza de nuevo contra Caín, quien intenta quitárselo de encima, poniendo sus manos en la cara del joven, pero nada más lejos de la realidad, Cinna lo golpea nuevamente con un codazo en su mejilla derecha y consigue que lo suelte, ahora es él quien le coge con una mano los brazos del Profesional sobre su cuerpo y con la otra lucha por conseguir girarle la cara sobre uno de los hierros salientes de los escombros.
Vemos como durante minutos, la lucha encarnizada de los dos sigue pasando, no parece que haya o vaya a haber un vencedor claro.
-No sé si lo voy a resistir, Peeta. No puedo perder a ninguno de los dos, no quiero perderlos.
-Ven aquí. –Responde Peeta-
Al tumbarme en su pecho, y volver la cara hacia la pantalla vemos como tras varios minutos de lucha por girar esa monstruosa cara, deformada por los brutales golpes de Cinna, parece flaquear y se acerca a uno de sus ojos, si… se acerca cada vez más, finalmente un horroroso grito de dolor y angustia del profesional nos alarma a todos, la imagen por un momento se ha oscurecido, no vemos nada, al volver la imagen los vemos de nuevo en pie, pero… el profesional ha perdido un ojo, la cámara se vuelve a girar hacia los hierros y ahí lo vemos, colgando por su nervio Óptico del hierro Cinna le ha devuelto la herida grave que le hizo en el estómago, la gente de la sala está horrorizada la mayor parte de personal ha salido corriendo al ver la imagen del ojo y esa cuenca del ojo vacío.
-Oh... no… ha pasado más o menos lo mismo que durante el vasallaje de Haymitch, una herida en el estomago grave y una cuenca de ojo vacía. –Digo-
-Si pero yo en esta pelea sigo sin ver ganador real, y preciosa, hagámonos a la idea que si no lo mata el profesional, lo hará la herida.
-Eso no te lo permito Peeta, ¡no! No quiero volver a perder a nadie más, y menos a… -No puedo acabar la frase, me tapa la boca con uno de sus besos, aunque no lo quiera admitir, lo que dice es cierto. La falta de sangre puede ser fatal-.
Caín se tapa con una mano la cuenca del ojo vacía, intentando evitar que la sangre le salga a borbotones, pero es imposible impedir que salga esa cantidad tan grande de sangre. Aún así, Caín coge uno de los hierros que ha usado Cinna para sacarle el ojo y comprueba que tiene punta y está afilado, Cinna mira a su hermana y a Finnick, y Prim le lanza una espada hacia él que ha recogido del edificio de Justicia. Recoge la espada y se prepara para evitar ese golpe que si lo recibe podría ser fatal. Pero Caín se quita la mano del ojo, dejando entrever la cuenca vacía y agachándose recoge el cuchillo y mira de reojo a Prim y a Finnick.
-La quieres mucho… ¿verdad? –Dice escupiendo más sangre- ¡Entonces veamos si la salvas o la dejas morir!
Lanza el cuchillo hacia Prim, está indefensa, o al menos eso parece, ella al ver el cuchillo que se acerca a su posición intenta moverse pero se ha quedado petrificada por todo lo que está viendo, y un musculoso brazo se interpone entre el cuchillo y su pequeño cuerpo.
-¡Agh!
-¡Finnick, no!
El cuchillo se le clava en el antebrazo de Finnick, salvando a Prim de una muerte segura. Cinna lo ve y acaba por entenderlo, revisa todo el lugar y ve una de las vainas activadas supuestamente y toma una decisión.
-¡Maldita sea! ¡Ese inútil siempre está en medio! –Chilla Caín-
-¡Cállate! –Tose- No vuelvas a intentar tocar a mi hermana o a Finnick, ¡tu adversario soy yo!
Los dos se abalanzan con la espada y el hierro realizándose más y más cortes en todo su cuerpo, finalmente Cinna vuelve a desarmar a Caín, y le da una estocada en una de sus manos, vemos caerle su mano derecha al suelo, los gritos de Caín parecen oírse desde miles de kilómetros de distancia, incluso Julius Flickerman acaba de sufrir una arcada de las más grandes al ver esa otra mutilación, a pesar que el profesional sigue intentando pelear. Pero a pesar de que la herida de Cinna continúa sangrando brutalmente parece que es el más entero de los dos, realmente no ha perdido ninguno de sus miembros, pero… de repente, le vemos como se gira a las cámaras y se lleva los tres dedos a la boca y los levanta al cielo. Todos nos sobresaltamos.
-Lo siento, papá, mamá, pero tengo que hacerlo. –Dice en Voz alta y repite el signo del 12- Prim, lo siento. Finnick cuida de mi hermana y de tu madre, Prim cuida de papá y mamá, os quiero, se que vosotros dos os queréis y estáis enamorados, debéis ser los ganadores y debo matarlo para que esto ocurra, -en este momento Cinna se lanza a correr en dirección a Cain y se abalanza sobre el, tomándolo con sus fuertes y poderosos brazos rodeándole la cintura con los brazos pegados a ella, comienza a apretar y la mano cortada empieza a salir más y más sangre, se dirige hasta la vaina que ha visto activada y se estrellan en ella.
-¡Cinna, No!
Nos levantamos todos de nuestros sillones, Peeta y yo nos abrazamos una vez más y nos giramos hacia Julius y Præses ellos sonríen, lo han conseguido, han matado a uno de nuestros hijos, pero de repente, en la sala algo ocurre, todos se están levantando de sus sillas y se giran hacia Julius y Præses, los Agentes de la Paz se ven obligados a escoltarlos y lo que vemos a continuación es una chispa que ha encendido Cinna con su sacrificio, nos giramos a la pantalla y vemos como la Vaina revienta y los dos son consumidos por el fuego de una bomba incendiaria del interior.
Pero no puedo soportarlo más y la tensión me puede, vuelvo a desmayarme, a pesar de que Peeta me sostiene no puede conmigo y me suelta en el sillón.
La sala de Patrocinadores se ha vuelto una zona de Guerra, se ha formado una revuelta y la gente pide que se de ya el vencedor de los juegos a la pareja de Finnick y Prim, pero los vigilantes no acceden y comunican que la regla que solo puede haber un vencedor sigue activa.
-¡Suéltame Finnick, tengo que ir!
-Quieta, no sabemos si hay más activas, y no… te quiero perder.
-¡Que me sueltes! –Prim golpea la mano herida de Finnick y le obliga a soltarlo, se saca su chaqueta, apaga el fuego que está quemando el cuerpo ya inerte de su hermano y le mira a los ojos, los cuales los mantiene abiertos y comprueba que ha muerto sonriendo-.
Prim toma en sus brazos el cuerpo de su hermano y se dirige a la copia de la casa de Aldea de los vencedores y lo suelta en el parque, se dirige al bosque que hay justo al lado de las ruinas y toma varias flores.
-Eras… eres mi hermano, no voy a dejar que te lleven así como así.
En ese momento le coloca las flores sobre su pecho y le coloca las manos sujetando el ramo de flores y apoya su frente en la frente de su hermano y comienza a cantar, los Sinsajos se callan mientras ella canta, cuando oigo esa nana, me vuelvo a despertar y la reconozco, reconozco también el momento, me lanzo a llorar, está recreando el entierro de Rue, en los Septuagésimo Cuartos Juegos Del Hambre, cuando le canté esa misma canción.
En lo más profundo del prado, allí, bajo el sauce,
Hay un lecho de hierba, una almohada verde suave;
Recuéstate en ella, cierra los ojos sin miedo
Y, cuando los abras, el sol estará en el cielo.
Este sol te protege y te da calor,
Las margaritas te cuidan y te dan amor,
Tus sueños son dulces y se harán realidad
Y mi amor por ti aquí perdurará.
En lo más profundo del prado, bien oculta,
Hay una capa de hojas, un rayo de luna
Olvida tus penas y calma tu alma,
Pues por la mañana todo estará en calma.
Este sol te protege y te da calor,
Las margaritas te cuidan y te dan amor.
Tus sueños son dulces y se harán realidad
Y mi amor por ti aquí perdurará.
Hay un lecho de hierba, una almohada verde suave;
Recuéstate en ella, cierra los ojos sin miedo
Y, cuando los abras, el sol estará en el cielo.
Este sol te protege y te da calor,
Las margaritas te cuidan y te dan amor,
Tus sueños son dulces y se harán realidad
Y mi amor por ti aquí perdurará.
En lo más profundo del prado, bien oculta,
Hay una capa de hojas, un rayo de luna
Olvida tus penas y calma tu alma,
Pues por la mañana todo estará en calma.
Este sol te protege y te da calor,
Las margaritas te cuidan y te dan amor.
Tus sueños son dulces y se harán realidad
Y mi amor por ti aquí perdurará.
Ni Peeta puede evitar las lágrimas, nos volvemos a abrazar, hemos perdido a nuestro hijo, el niño que no debería haber tenido que participar en esta barbarie, pero lo hizo por que hace treinta años no quisimos que probaran su propia medicina, ahora, hemos perdido a un ser muy querido y no creo que podamos volver a soportarlo.
-Vamos preciosa, Katniss, por favor. –Dice Peeta, reprimiendo las lágrimas como puede-
-¡No! ¡No voy a dejar que se salgan con la suya! –Siento una arcada de nuevo como las anteriores pero mi rabia y sed de venganza no me deja admitirlo-
Comienzo a golpear el pecho de Peeta buscando apoyo en este momento que los dos estamos pasando y lo que encuentro es su pasividad al no pararme los golpes. Finnick mientras, se acerca a Prim y la abraza, solo quedan ellos.
-No quiero perderte Prim, hice una promesa a tu hermano y le prometí que te sacaría conmigo.
-¿Como vamos a hacerlo? –Responde limpiándose las lágrimas-
-Con el paquete que me dio tu hermano antes de la pelea contra Caín.
En ese momento suenan los dos cañonazos, correspondientes a las muertes de Caín y Cinna. Finnick abre el paquete y muestra lo que hay en el interior, son Jaulas de Noche. La sala de Patrocinadores sigue siendo un caos y una batalla campal, los agentes de la Paz intentan evitar un levantamiento y los chicos pretenden hacer lo mismo que nosotros.
-Levántalas, ¡que las vean!
-Si de verdad queréis a vuestro ganador, deberéis aceptarnos a los dos, de lo contrario…
Los dos se acercan las bayas a la boca, incluso llegan a meterlas dentro, cuando suena el himno y Julius anuncia los ganadores por la megafonía, Prim y Finnick, escupen automáticamente las bayas de la boca y se comprueban que no han tragado ninguna, posteriormente aún con lágrimas en la cara se abrazan y se besan, son los nuevos vencedores de los Juegos del Hambre, aparece un aerodeslizador y los recoge de la arena, y dos más recogen los cuerpos de nuestro hijo, Cinna y del profesional Caín. Corremos al lugar del desembarco y nos abrazamos a Prim y a Finnick. Vemos pasar los cuerpos sin vida de los dos, el cuerpo de Cinna mantiene esa sonrisa con la que ha muerto y el ramo de flores que Primrose Rue le ha hecho. Hemos perdido a nuestro hijo, no se si conseguiré superarlo, no quiero perder a nadie más y menos de esta forma. Pero ver los ojos de Peeta me hace comprender que esta vez la muerte de nuestro hijo no ha sido en vano, ha muerto heroicamente para salvar a su hermana.
Última edición por Peeta Mellark Cleaver el Sáb Ago 31, 2013 9:03 pm, editado 1 vez
Re: Los Juegos del Hambre: El regreso del Terror (by Peeta Mellark)
18
Han pasado ya varias semanas desde el fatídico desenlace de los Septuagésimo Séptimos Juegos Del Hambre y todavía no puedo creer que nuestro amado hijo Cinna, no vuelva a entrar por la puerta del ático del centro de entrenamientos. Me despierto una vez más sobresaltada, y busco el calor de Peeta a mi lado, ahí le encuentro mirándome a los ojos, su mirada tierna y triste, pero a su vez, su forma de tocarme y acariciarme, besarme me da esperanza de que esto se acabe algún día.
-Preciosa, has vuelto a tener una pesadilla, ¿quieres que lo hablemos?
Yo niego con la cabeza, se que no es bueno que me lo calle, pero durante estas dos semanas solo veo una cosa en mis sueños, la pelea de Cinna con Caín y el verlo quemarse vivo, cuando mis injertos de piel que me hicieron me recuerdan esa sensación… El Distrito 12… El distrito de los chicos en Llamas.
En ese momento me sobresalto y siento otra arcada, me levanto apresuradamente de la cama y me dirijo al baño, donde caigo de rodillas ante la taza del wáter, como aquel día en los juegos. Vomito y se me vuelven a saltar las lágrimas “¿qué pasa, por que, por que siento esta cosa tan rara en mi cuerpo?”
-¿Katniss estás bien?
Oigo decir a Peeta golpeando la puerta del lavabo. Me incorporo como puedo y me sostengo en el lavabo.
-Estoy bien Peeta, solo ha sido un vómito. –Digo-
Cuando salgo del lavabo me está mirando a los ojos, y baja su mirada.
-No me fío, quiero que vayas al médico, esto ya no es normal.
-De acuerdo iré, avisa a Gelasia por favor.
-Iremos los dos Katniss.
Salimos de la habitación y nos dirigimos al pasillo, sin desayunar siquiera, dirigiéndonos al centro de recuperación, allí llevan estas dos semanas PrimRose Rue y Finnick Odair Jr., recuperándose de las heridas de los juegos, llegamos al centro de recuperación y me vuelvo a marear, pero esta vez, parece ser solo un mareo sin importancia. Peeta me agarra firmemente y me acompaña a ver al doctor.
El doctor es un chico joven, no aparenta más de treinta años, pelo moreno y tez aceitunada, podría pasar perfectamente por un ciudadano de la veta, sobretodo con sus ojos grises.
-Peeta, Katniss, ¡que sorpresa!
Odio ese timbre de voz del Capitolio, me recuerda demasiado a Effie Trinkett, siempre hablaba de esa manera.
-Hola doctor. –Decimos-
-Pasad, sentaros. ¿Qué puedo hacer por vosotros?
-¿Cómo se encuentran los chicos? –Pregunto-
-Estan bastante bien, Finnick está casi curado, la única que se resiste más es Prim, aunque es normal, el shock ha sido muy duro.
-Estupendo, esperemos que pronto podamos tenerlos con nosotros. –Dice Peeta frunciendo el ceño-
-Por supuesto, yo creo que en una semana más podrán salir de aquí. Pero Peeta te veo angustiado, de hecho más de lo normal. ¿Qué te preocupa?
Veo como Peeta asiente y me mira a los ojos.
-Desde la mitad de los juegos a Katniss le vienen sucediendo extraños mareos y arcadas, ella ha dado la culpa a algo que ha comido, pero hoy mismo ha tenido que salir de la cama rápidamente para ir al lavabo a vomitar, me gustaría poder eliminar sospechas y que no sea nada grave.
-Ya le tengo dicho que no es nada…
-Katniss no insistas, te haremos unas pruebas para estar seguros, quizas son los nervios de la situación, pero vamos a estar seguros de ello.
Frunzo el ceño y a regañadientes acepto.
-Vamos te llevare y te harán unas analíticas y unas pruebas. Llamare a una de mis ayudantes para que acompañe.
Entra una chica con el pelo rojizo, delgada y alta, me hace una seña y me lleva con ella, mientras Peeta se queda en el despacho del doctor.
-¿Te apetece ver a los chicos Peeta?
-Por supuesto, ha sido mejor que no venga ella, no se como se lo tomará.
Los dos se levantan y se dirigen a la sala de recuperación, allí tratan a Finnick de la herida de la espalda.
-Hemos tenido que quitarle un trozo de carne la más dañada, y le hemos hecho un injerto.
-Y Prim?
-Ahora mismo está con el equipo de recuperación, lo más facil ha sido recuperar el peso y la masa que habia perdido en los juegos, pero…
La mirada de Peeta se endurece.
-Pero… ¿qué?
-El daño psicológico de la muerte de su hermano ha sido muy duro, más de lo esperado, los compañeros ya no saben como tratarla y tampoco saben si llegará a recuperar perfectamente la cordura.
Peeta rompe a llorar, está claro que ha estado guardándose todos esos sentimientos para sí mismo y ver a Prim de esta forma ha podido con él.
-Me… gustaria probar algo. –Consigue decir, secandose las lagrimas-
-¿El qué Peeta?
-Cuando el Capitolio me capturó hace veitinueve años, me tuvieron secuestrado y me modificaron los recuerdos, pero gracias los compañeros y a Katniss pude recuperar todos esos recuerdos con el juego del real o no.
-¿Entonces crees que funcionaria, Peeta?
-No lo se, pero cuando estén listos quiero probarlo, además ¿estará a punto para las entrevistas?
-Mientras no le pregunten por ciertos datos… si.
Al cabo de unas horas, me llevan de vuelta con Peeta, me lo encuentro cabizbajo ante la habitación de Primrose enseguida sé que algo no va bien.
-¿Y bien? ¿Me lo vas a contar o empezamos con tus secretos?
Peeta me cuenta todo lo de Prim, me estremezco y me pongo a llorar, me lanzo a su cuello y estamos así casi cinco minutos, cinco largos minutos.
-Creo que el juego del real o no podría funcionar, ¿si funcionó conmigo por que no iba a funcionar con ella?
Asiento y en ese momento vemos aparecer a Annie Cresta, se acerca a nosotros y tras ella viene Johanna trayendo a trompicones a otra mujer. Annie y yo nos abrazamos y posteriormente Johanna me abraza, al retirarse hace pasar adelante a la otra mujer, no la reconozco pero si Johanna la ha traído es por que ha de ser importante.
-¡Vamos, habla! -Chilla Johanna-
Miro a Peeta buscando una respuesta pero veo que tampoco recuerda quien es con exactitud.
-Katniss, Peeta, se que no me vais a creer, pero… de verdad siento lo de Cinna.
Frunzo el ceño, no reconozco a esta persona y no me gusta que me traten así sin antes decirme quien es.
-Gracias, pero ahora mismo no te reconozco. –Digo encogiendo los hombros-
En ese momento Peeta chasquea los dedos y exclama.
-¡Enobaria!
¿Pero que diablos está diciendo? No puede ser Enobaria, pero me giro hacia Annie y veo que cuando Peeta exclama ella mira a la mujer y la reconoce, Annie me asiente y Johanna me suelta su mejor frase y suelta una carcajada.
-¡Vamos descerebrada! ¿Es que no la reconoces?
-No la había reconocido, ha pasado tanto tiempo.
Me adelanto y me abrazo a ella, mirándola a los ojos.
-Lo siento mucho Katniss de verdad, siento todo lo que ha pasado y la muerte de tu hijo, además Caín no debería haber dicho esas palabras en la entrevista. Pero ya sabes que no tengo la culpa, aún así no he tenido valor de venir antes a hablar con vosotros.
-Ni lo hubiera tenido si no la traigo yo… -Replica Johanna, cruzando los brazos-
Todos dejamos escapar una risa ahogada, desde luego Johanna tiene salidas para todo en cualquier momento.
-No te preocupes, sabemos que no es tu culpa. –Responde Peeta-
-Se que no es el momento oportuno pero quiero reconocer que fue un… un… gran combate.
-Gracias, Caín también estuvo bien. –Consigo decir con lágrimas en los ojos-
-Pero… esto no debería haber pasado. Si hubiéramos hecho… -Peeta no acaba la frase, oímos por megafonía como nos llaman del despacho del doctor-
-¿Qué pasa descerebrada?
-Aún no lo sabemos, llevo semanas con náuseas y vómitos, ya me pasó durante los juegos y no se me ha pasado, ¿os parece bien que nos veamos en nuestro apartamento del centro de entrenamiento? –Respondo-
-De acuerdo, nos veremos ahí. –Responde Annie-
Nos volvemos al despacho del doctor, y avisamos a su ayudante de que nos ha llamado, ella nos hace sentar en las sillas de la sala contigua y nos pide que esperemos, y vuelve al despacho. A los pocos minutos aparece el doctor y nos pide que entremos.
-Bueno Katniss, he revisado tus pruebas, y aparte de que tienes tus hormonas muy aceleradas, puedo decirte que….
-Lo de las hormonas ya lo imaginaba. –Respondo-
-Es cierto lo comentó Gelasia. –Finaliza Peeta-
No sabemos que es lo que pasa, de repente el doctor se calla y está así durante un largo período de tiempo, en ese momento recibe una llamada y suelta los papeles, boca abajo en el escritorio, atendiendo la llamada.
-Esta espera me está matando…
-Paciencia, preciosa.
Pasan los minutos y cuelga el teléfono, levanta su mirada y se dirige a nosotros.
-Lo siento era importante, se trataba de los compañeros que tratan a Prim, me han asegurado que podrá salir hoy mismo, parece que ha mejorado, en cuanto a Finnick debería estar un día más aquí.
Asentimos y vemos que vuelve a callarse tomando los papeles de su escritorio y repasándolos una vez más.
-¡Por favor, Doctor! ¡Dígalo de una maldita vez! –Exclamo-
Los dos se echan a reír, creo que no había visto a Peeta reír de esa forma desde hace mucho tiempo.
-De acuerdo, -responde el doctor- estos análisis y esta ecografía que encargué que te hicieran revelan un par de datos muy importantes.
Se levanta y se acerca aun monitor de ordenador, nos indica que vayamos con el y nos toca la camilla para que tomemos asiento. Enciende la pantalla y nos muestra el resultado de la ecografía.
-Como podéis ver, aquí y aquí, tenemos estos dos trazos que se mueven.
-¿Pero eso son? –Cuestiona Peeta-
Así es Peeta, Katniss está embarazada, y puedo decir que de gemelos y los dos son chicos.
La cara de Peeta y la mía se transmuta, la pena acumulada todos estos días, semanas se aleja hasta casi desaparecer, nos abrazamos y nos ponemos a llorar.
-¡¿Peeta, lo has oído?! ¡Vamos a ser padres, otra vez!
-No puedes haberme dado una alegría más inmensa, preciosa, esto significa que… la muerte de Cinna no ha sido en balde, y ¡que podremos volver a intentarlo con ellos!
Seguimos abrazados y nos besamos, uno de esos largos besos que nos dábamos hace ya tiempo en el tren y en todos lados.
-Tengo que decir que estás de un mes Katniss.
-¿Entonces esto ocurrió…?
Los dos nos miramos, sabemos perfectamente cuando ocurrió, esa noche en el tren, cuando veníamos hacia el capitolio para los Juegos.
Nos separamos y nos giramos al doctor, le damos la mano y el me besa en la mejilla.
-Katniss, se que esto no os podrá quitar el dolor de la muerte de vuestro hijo, pero quizás pueda apagarlo, aunque sea un poco.
-La muerte de Cinna fue una muerte por proteger a su hermana doctor, no se olvide de eso, nosotros no vamos a olvidar tan fácilmente. La noticia del embarazo nos da la oportunidad de volver a empezar y de seguir la vida, pero le repito, nosotros no olvidamos.
Salimos del centro de recuperación y nos encontramos otra sorpresa, vemos a Prim y a Finnick fuera de las camas y sus habitaciones, vestidos y listos para salir. Nos giramos y vemos al doctor, quien nos asiente.
-Al final me han dado el alta, me han dicho que debo mantener el injerto tapado unos cuantos días más, pero que me puedo ir.
-Prim, tu hermano juró protegerte. ¿Real o no? –Cuestiona Peeta-
-Real. –Responde-
-Prim, tu hermano murió por vosotros, dio su vida por vosotros. ¿Real o no? –Pregunto-
-Real. –Asiente-
-Prim, tenemos algo que decirte.
Sentamos a los chicos en unos bancos de piedra en el exterior del centro de recuperación y les contamos lo del embarazo, los ojos de Prim se pierden en mi mirada y me responde:
-Mamá, Papá, nosotros no olvidamos lo que le han hecho a Cinna. ¿Real o no?
Nos miramos a los ojos, y Finnick entrega a Peeta el brazalete de Cinna, se saca el sinsajo del bolsillo y Peeta se lo coloca a Prim en el hombro derecho y el brazalete en la muñeca izquierda, hace lo mismo con mi sinsajo de oro, que llevaba en el bolsillo derecho de su americana y me lo coloca en el vestido, Finnick se pone el brazalete en la muñeca izquierda y respondemos:
-Real
Re: Los Juegos del Hambre: El regreso del Terror (by Peeta Mellark)
19
Volvemos al centro de entrenamiento, donde nos esperan los demás, aún llevamos nuestros símbolos cuando entramos y llegamos al Penthouse o ático del centro de entrenamiento, cuando vemos en el salón a Gelasia, Dreama, Annie, Johanna y Enobaria, entramos y nos acercamos a la mesa, Prim y Finnick se sientan al lado de Peeta y yo al otro lado de la pareja, mientras que Annie, Johanna y Enobaria se sientan justo en frente.
Finnick toma la cara de Prim y le dice:
-Me amas, ¿real o no?
-Real –Responde-
Y los dos se funden en un largo beso, parece que Prim ha mejorado mucho y el juego de real o no; ha sido una buena idea.
-Debemos pensar en las entrevistas a los vencedores, se harán dentro de dos días y debemos prepararnos. –Dice Gelasia-
En ese momento se gira hacia nosotros y se lanza a mi cuello poniéndose a llorar, la puedo entender, habían hecho un vínculo muy fuerte con nosotros y con nuestros hijos.
-No te preocupes Gelasia, sabemos que es muy duro para vosotros y para nosotros más, pero tenemos otra noticia que daros. –Digo, dándole unos toquecitos a la espalda para calmarla-
-¿Una noticia? –Cuestiona Annie-
Los dos nos miramos y asentimos, nuestras caras rebosan de alegría puedo sentirlo y nos giramos a ellas.
-Oh… vamos ¡descerebrada! Dilo ya.
-Estoy embarazada.
El Penthouse es una fiesta, todos saltan de alegría y nos abrazan, todos… menos una persona. Enobaria, está muy afectada por el desenlace de los juegos, de hecho dudo que hubiera querido esa batalla campal de su tributo con Cinna, además nos tiene un cariño especial desde que Finnick le dijo el plan hace veintinueve años.
-Vamos Enobaria, anímate, ya te has disculpado, además no tuvieron más remedio que acabar como acabaron. –Responde Peeta, alargándole la mano.-
Ella la toma, devolviéndole la sonrisa a Peeta.
-Vamos chicos, pensad en que hemos tenido una durísima pérdida, es verdad. Nosotros pretendíamos sacar a nuestros hijos de la arena… pero no ha podido ser.
No entiendo como puedo estar tan entera, he perdido a mi hijo, pero me da la sensación que he ganado otro hijo sin esperarlo aunque no sea de mi propia sangre, y encima estoy esperando otros dos del amor apasionado de Peeta. De repente miro los ojos de Prim, esa mirada es de reproche, ¿pero que nos reprocha?
-¿Qué te ocurre Prim?
-Mamá, Cinna ha muerto, ¿real o no?
Su pregunta me estremece, noto como mi alegría desaparece, no se responderle, no puedo, no debo, no quiero responderle, pero ella repite.
-Mamá, Cinna ha muerto, ¿real o no?
Sigo muda, el doctor ha dicho que hay que ir con mucho cuidado con lo que le respondemos…. Pero ella grita.
-¡Real o no!
Todos callamos, se acabó la fiesta, han caído todos sentados en la mesa del apartamento y miro a Peeta.
-Real Prim, pero murió para salvaros a vosotros, el no hubiera querido que estuviéramos tristes por haber muerto así…. ¿Real o no? –Responde Peeta-
Prim se mantiene callada un tiempo, hasta que Finnick la arropa con sus brazos y le asiente, responden los dos.
-Real.
-Entonces alegra esa cara Prim, que a Cinna no le gustarla verte así, hazlo por él.
Peeta se acerca a los dos chicos abriendo los brazos y tomándolos apretándolos a su pecho, cambia su semblante y sonríe.
-Entiendo tu postura Prim, pero entiéndenos, estas dos vidas que lleva tu madre en su interior, han sido un cambio por la triste desaparición de tu hermano en los Juegos, y tienes razón la familia Mellark Everdeen no olvidamos ni olvidaremos nunca. ¿Lo entiendes? –Finaliza Peeta-
Ella asiente y Finnick la acompaña, es duro pero debemos empezar a prepararlos para las entrevistas, aunque si digo la verdad, no tengo ninguna gana de hablar de los modelitos que van a llevar, ya que, por primera vez en años…, en décadas, el Distrito 12 solo tiene un ganador y eso a mí me enfurece y me entristece.
-Katniss, Peeta, hemos pensado con Enobaria, Johanna, Gelasia y Dreama, que los trajes de Finnick y Primrose Rue, deberían ser los mismos, tal y como lo hubierais hecho si los ganadores hubieran sido Prim y Cinna. –Dice Annie-
Peeta y yo nos miramos, no entiendo el por qué de este cambio.
No puedo resistirlo y veo que Peeta tampoco, nos abrazamos de nuevo mientras Peeta recoge el brazalete de oro puro de Cinna y lo observa desde sus ojos azules brillantes, con la mano tras mi cabeza, mis ojos se llenan de lágrimas y noto que los suyos también, notamos que alguien se nos acerca y nos abraza por encima de nuestros hombros, es Gelasia, la pobre no puede reprimir las lágrimas.
-Era tan joven, tan lleno de vida, tan… fuerte. –Dice-
Al final nos suelta y noto como ahogo un chillido, pero no consigo decir nada por que noto los labios de Peeta en los míos, nos fundimos en uno de esos melosos y sentimentales besos que siempre me ha dado en cualquier momento y noto como baja una de sus manos hasta apoyarse en mi estómago.
-Vamos a hacerlo por ellos, por Cinna, vamos a vengarnos. –Asevera Peeta-
-¿Pero como? –Respondo-
-Confía en mi, preciosa.
Nos separamos y Gelasia vuelve a su silla, toma uno de los pañuelos que le trae el Avox que nos sirve y toma asiento, Nos giramos y pedimos a los chicos que nos acompañen, Peeta se pone el brazal en su muñeca derecha y toma el suyo propio y se lo pone a la izquierda
-Muy bien, pero a partir de ahora nosotros tomaremos la decisión de cómo queremos que vayan, esto tiene que ser una chispa que prenda en la revolución que se armó con la muerte de Cinna.
-¿Qué deseas Peeta? –Responde Dreama-
-Quiero que los vistáis como nos vistieron a nosotros en las primeras entrevistas.
Me sobresalto, eso no me lo esperaba, y no sé si quiero ver a Prim con más llamas y sobretodo con mi vestido rojo. Y a Finnick, con ese traje rojo y negro con las llamas en las mangas… no, no los veo.
-Pero… Peeta.
Se gira hacia mi y me lanza una de sus miradas de reproche, me ha dolido hasta el fondo de mi corazón, pero se que no es a mí a quien me reprocha si no a todo el Capitolio.
-¡No hay peros que valgan! –Exclama y golpea a uno de los jarrones de la mesa, el cual se estrella en el suelo y se rompe en mil pedazos-, quiero que sientan las llamas que encendieron hace unas semanas y lo van a empezar a pagar, vaya si lo pagarán, ¡mañana en las entrevistas será el primer paso!
El Avox se acerca a la mesa para recoger el jarrón, pero Peeta le hace una señal con las cejas y las arquea, mueve su cabeza y el Avox vuelve a su sitio. Me he asustado, no había visto a Peeta tan enfadado como ahora desde hace ya meses, no lo culpo, tiene razón.
-De acuerdo, Peeta, así lo haremos, añadiremos las llamas también a los puños de la americana de Finnick, y vosotros hemos pensado….
-¡Nosotros iremos como ellos! –Grita- Nada de dos ropas distintas, puede ser que Finnick sea del cuatro, pero esto es una venganza y él está vivo por que mi hijo murió por ellos.
-Tranquilízate Peeta, entiendo tu postura, pero tienes que calmarte.
-Papa… vamos a vengar la muerte de Cinna, ¿real o no?
Nos giramos, pero esta vez lo hacemos todos, de forma unísona respondemos, es la primera vez que estamos tan de acuerdo en algo.
-¡Real!
-De acuerdo, necesitamos descansar pero antes, venid chicos. ¿Me permites Annie? Les quiero ayudar para mañana y prefiero hacerlo yo. –Dice Peeta-
-Por supuesto.
-Bien chicos, mañana es la entrevista de los campeones, y después la coronación, para acabar nos dirigiremos a casa, todos. Cuando os pregunten, por favor, decid que no podíais vivir sin el otro y que Cinna lo sabia, y que las bayas lo hicisteis por que preferíais morir antes de estar sin el otro.
Me absorto en mis recuerdos, esas palabras son las mismas que me dijo Haymitch tras los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre. ¿Es tan posible que los chicos deban vivir, o, mejor dicho, deban seguir viviendo esta barbarie como la vivimos el resto de nuestras familias y Peeta y yo? Los chicos asienten, no ponen pegas.
-Otra cosa Gelasia, Dreama, aseguraros de que nos suben a los cuatro y aseguraos que ellos lleven los símbolos en primer plano, nosotros haremos lo mismo. –Asevera Peeta-
Nos vamos a dormir, bueno a decir verdad… lo intentamos, pero a mi me es imposible, y esta noche no es por una pesadilla ya que el tener a Peeta a mi lado hace que esas cosas no sean tan… tan… reincidentes. Pero si que veo a Cinna en el 12, cuando nos entregan su baúl, en ese momento me despierto aterrada y me levanto, Peeta se da cuenta y me dice:
-¿Otra pesadilla?
-A decir verdad un sueño, pero al final se ha tornado en pesadilla… pero voy a tomar un poco el aire.
-Espérame, quiero ir contigo a mi me hará bien, también.
Subimos las escaleras que nos llevan al tejado del Penthouse y nos sentamos en el jardín donde hicimos aquel picnic la noche del Vasallaje de los Veinticinco en los Septuagésimo Quintos Juegos del Hambre.
-¿Qué hemos hecho mal Peeta?
-Solo una cosa, no matar a esos dos cuando tuvimos oportunidad. Pero te prometo una cosa, si por mala suerte hay que volver a los juegos, te prometo, te juro, que Prim no volverá sola.
-No, eso no Peeta, no quiero perderos a ninguno de los dos, además ¿quien dice que tengamos que volver?
-Ella deberá volver el año que viene, como mentora al menos, y si eso pasa estaré a su lado para ayudarla.
Asiento, tiene razón, ellos serán mentores a partir de ahora, pero deberemos ayudarles al menos en lo que podamos. La noche es larguísima, al menos se nos hace larguísima.
Se hacen las siete de la mañana han pasado ya un mes y varías semanas desde que llegáramos al Capitolio y aún no me acostumbro a los berridos de Satis, quien golpea con entusiasmo la puerta y nos repite que hoy será un día, muy, muy importante.
-Por un momento creía que sería Effie. - Digo-
Peeta me mira y nos echamos a reír, nos levantamos y nos dirigimos al comedor para desayunar, pero en lugar de eso nos encontramos a todos ya vestidos para la ocasión y a Gelasia y Dreama sosteniendo los trajes nuestros, nos giramos hacia los sofás de la derecha y ahí están, no parecen los mismos, tal y como Peeta había querido, están magníficos, además del brazalete le han puesto en la americana un botón con un tridente a Finnick como símbolo de su distrito.
-¡Vamos, vamos! Ellos ya han desayunado y vamos justos de tiempo, ¡daros prisa! –Replica Satis-
-Oh… vamos Satis, ¡déjanos disfrutar de esta vista! –Chilla Peeta-
Acabamos por sentarnos y desayunar, los chicos mientras se muestran enamorados, es la misma mirada y acciones que veíamos con Cinna y Alicia, “suspiro”.
-Vamos animate, vamos a vestirnos para la ocasión. –Asevera Peeta-
Una vez listos nos dirigimos al teatro, donde realizarán las entrevistas, llegamos y nos hacen pasar hacia los bastidores, allí esperaremos a que nos llamen. Pasan los minutos y a las doce en punto del mediodía oímos la música en el teatro, y la voz de Julius C. Flinckerman animando al público. Vamos saliendo, el primer grupo es el grupo de estilistas, quienes se llevan la gran ovación por los trajes que hicieron, posteriormente Satis, y luego nosotros, dejamos un espacio de quince escalones para los chicos quienes salen los últimos, salimos y nos damos la mano, la alzamos y la gente no se cansa de vitorearnos, pero el momento más grande es cuando salen los chicos, la gente empieza a vitorear el nombre de Cinna.
-Cinna, Cinna, Cinna.
Puedo ver en los ojos de Prim que resiste las lágrimas.
-Se fuerte. -Digo-
Bajan con sus manos juntas y hacen una entrada triunfal en el escenario. Julius se les acerca y le toma la mano derecha a Prim, quien accede pero no suelta a Finnick, pero le manda una mirada de reproche a Julius, aunque entiende que él no tiene culpa de nada.
-Sentaos, por favor.
Pero el teatro es una olla a presión los gritos de Cinna, llevan el auditorio y a Julius le cuesta poder empezar.
-Bueno Prim, ante todo, ¿como te encuentras?
Nos mira y asentimos.
-Buenos días Julius, bueno de animo bien y de salud, gracias por preguntar.
-¿Y tu Finnick?
Puedo ver como Finnick se muerde los labios para no responder, de hecho no dice nada.
-Esta va a ser un poco dura para ti Prim, pero entenderás que la tengo que hacer, ¿de acuerdo?
Prim solo asiente mirándonos.
Julius respira hondo, se nota que la siguiente pregunta le cae peor a el que a nosotros.
-Cuando, tu hermano, -toma la mano de Prim y empieza a acariciarla previendo su nerviosismo- se suicidó para salvaros, ¿que sentiste?
Prim respira hondo, sabe lo que debe responder, y lo hace.
-Mi hermano no se suicidó, murió para salvarnos a nosotros, él, él… es un héroe.
El público enloquece, está claro que no esperaban esa respuesta, parece que se va a producir otro levantamiento aquí dentro y Julius se apresura a calmar el ambiente.
-Finnick y cuando tomasteis la decisión… ¿que os corría por la cabeza?
-Creo que ya sabes la respuesta, no podríamos vivir el uno sin el otro, la quiero más que a nada en este mundo y jamás dejaré que nada, ni nadie le haga daño.
Lo ha hecho, ha soltado una bomba que podría encender un fuego, unas llamas que… podrían servirnos a nosotros, pero… Julius dice.
-Bueno ahora ya para acabar, ¿que haréis en vuestras vidas? Por que sois de distritos diferentes y…
-Julius eso es cosa nuestra y de nuestras familias, pero te diré solo una cosa. –Interrumpe Prim-
-Si, dime Prim.
-La familia Mellark Everdeen y la familia Odair Cresta, y creo que puedo hablar por el resto de mentores amigos de nuestros padres, nuestras familias y es que quede bien claro… ¡nunca olvidaremos lo que le han hecho a Cinna Mellark Everdeen! ¿Me has entendido bien? ¡Nunca!
Julius se queda de piedra, eso no se lo esperaba y ahora, sí, lo han hecho, no hay quien pare los gritos y la jauría humana del auditorio, ahora más que nunca se ha encendido una chispa, una nueva chispa.
-Bueno chicos, enhorabuena, ahora os dirigiréis al Capitolio y ahí recibiréis vuestras coronas.
Nos montamos en el coche que tenemos fuera del auditorio, nos cuesta unos veinticinco minutos para poder llegar al coche, cosa que a Satis ya le remuerde por que no cumplimos…. Su horario.
Cuando llegamos el Presidente y su Vicepresidente, nos esperan fuera y nos acompañan al palco, el mismo que subimos Peeta y yo y les colocan dos coronas doradas en las cabezas, Præses mira el sinsajo de Prim y le dice:
-Un precioso animal.
-Gracias es el símbolo de mi madre y de mi distrito.-Responde sin mirarle a los ojos-
Se dirige a Finnick y éste hace lo mismo.
-Bonito Brazal.
Finnick alza la otra mano, la derecha… y responde.
-Este era de mi amigo, su hermano, muerto. Es un símbolo de su padre, Peeta Mellark, y también de la gente del 12. –Responde sin mirarle tampoco a los ojos.
Entonces Prim se olvida de los protocolos y se acerca a los dos, diciéndoles:
-Recordad… que nosotros… no olvidamos.
Se quedan de piedra y los chicos bajan, nos volvemos al tren, donde al día siguiente vamos a volver al distrito, y por supuesto a enterrar a Cinna, su cuerpo debe haber llegado ya al doce.
Re: Los Juegos del Hambre: El regreso del Terror (by Peeta Mellark)
20
Volvemos al tren, en la estación nos despedimos de Dreama y de Gelasia, quedamos para volver a vernos el año que viene para la gira de la Victoria, al final Annie ha pedido que Gelasia sea el estilista de Finnick, quizás por el aprecio que tiene hacia nosotros o quizás y solo quizás por la muerte de Cinna. Entramos en el tren y nos acomodamos, cuando estamos a punto de arrancar vemos como pasan corriendo Annie y Finnick y piden al maquinista que pare el transporte, salimos y nos acercamos a la puerta del vagón.
-¿Qué sucede? –Pregunto con lágrimas en los ojos-
-Creo que es mejor que te sientes, Finnick tiene algo que deciros.
Me siento y Peeta me mira a los ojos….
-Adelante Finnick ¿qué querías decirnos? –Responde Peeta-
-Como sabéis estoy enamorado de Prim y ella de mí. Así que he pensado… he hablado como mi madre, de una cuestión, me gustaría… bueno… -se sonroja-
-Vamos Finnick, no mordemos. –Afirma Peeta con una sonrisa-
-He pensado que quiero venir a… bueno… vivir al 12, quiero vivir toda mi vida con Prim, y ella echara de menos a su hermano.
Los dos nos miramos, esas palabras nos han venido de sopetón, no las esperábamos. Esto podría ser otro motivo de venganza para el Capitolio contra las dos familias, pero ¿que más da? Ya han cumplido su venganza, nuestro hijo ha muerto, pero al fin y al cabo ha muerto para poder salvarles a ellos, nos miramos con Annie y vemos como Prim se lanza a los brazos de Finnick, no hay duda, ella siente lo mismo que el chico siente por ella.
-Está bien, hemos perdido a un hijo, pero vamos a ganar a otro y esperamos dos más, así que, bienvenidos a la familia Annie. –Responde Peeta-
Mis ojos están empañados en lágrimas, no puedo evitarlo, Finnick es tan dulce como era su padre, y encima, sabe que nuestro hijo se sacrificó para salvarles a ellos, de nuevo el Distrito 12 se ve enmarcado en unos nuevos amantes trágicos, y esta vez, más que nunca, son trágicos por la muerte de nuestro hijo. Nos reunimos todos en el vagón comedor comunitario, elli encontramos otra sorpresa, los demás mentores de los tributos están reunidos, y nos unimos a ellos.
-Pero… que ¿estáis haciendo aquí? -rechino-
-Qué pasa descerebrada, ¿te crees que íbamos a dejaros solos en el entierro de vuestro hijo? –Responde Johanna-
-Pero…
-No hay peros que valgan, vuestros hijos son importantes para todos y para todo lo que ha de venir y para y por siempre estaremos unidos a vosotros.
Peeta y yo nos miramos, a que se ¿ha querido referir Johanna con que nuestros hijos son importantes? Tendrá que ver en algo la chispa que ha encendido Prim y la que encendió Cinna ¿en sus últimos combates?
Si es verdad que hay otra revolución armándose en secreto el Capitolio lo tendrá previsto y no funcionará como lo hizo hace treinta años, o quizás si, no lo sabemos. Pero lo que es seguro es que nosotros no podemos olvidar lo que ha pasado y vamos a luchar y a vengarnos por todo esto.
Pasamos horas con los otros mentores, hemos dejado a los chicos al margen en el Vagón número 12 de este tren, preferimos que no se enteren de lo que estamos hablando aquí.
-Os aviso, -dice Johanna- tenemos entendido que los del 13 están preparando algo especial.
-¿Como de especial? –Responde Annie-
-Intentarán retomar el Capitolio, una vez más. No se sabe ni como ni cuando, pero lo harán.
-¿Y de nuevo estaremos nosotros en el centro de la tormenta? Me niego. Me niego a tomar parte otra vez de una revolución, por la anterior he perdido a un hijo. –Miro a Peeta- Mejor dicho. Hemos perdido a un hijo.
-¿Esto no se puede arreglar de otra forma? Además no es el momento de hablar de revoluciones, aún no hemos enterrado a Cinna y Katniss está embarazada, creo que no es el momento más oportuno.
Peeta tiene razón, el dolor sigue yendo por dentro, a pesar de que sabemos por que murio, el dolor está ahí, que podemos hacer, más que llorarle y enterrarle cuando lleguemos al 12.
-Peeta, podemos… ¿hablar?
-Por supuesto, preciosa.
Nos separamos un poco de los demás y nos sentamos en una mesa que hay justo al lado de nosotros a unos metros. Y nos sentamos.
-No puedo convertirme de nuevo en el Sinsajo, Peeta, lo siento. No puedo.
-Vamos, preciosa, puedes hacerlo, pero no ahora, lo haremos más adelante, por ahora hay que rehacer nuestras vidas, nos encargaremos de esos dos más adelante.
Me toca el vientre con su mano fuerte y cálida y me llena de esperanza, le entiendo, las dos vidas que llevo en mi interior pueden cambiar el transcurso de todo.
-Muy bien de acuerdo, el Capitolio debe pagar, pero no por ahora. –Respondo-
Los demás mentores van bajando en sus respectivos distritos, Johanna se dirige a nosotros y se vuelve a sentar a nuestro lado.
-Lo siento, yo no me voy hasta que hayáis enterrado a vuestro hijo.
-Gracias Johanna. –Respondo-
Peeta se lanza a sus brazos, con los ojos empañados con más lágrimas, el siempre ha sido fuerte para estas cosas, pero con Johanna siempre ha sido algo… especial.
-Significa mucho para los dos Johanna.
-¡Lo hago más por ti que por la descerebrada! –Grita girándose hacia mí y soltando una carcajada-
Consigue hacernos reír, incluso Prim, ha alegrado su cara, aunque sigue aferrada a Finnick. Con restos de lágrimas en sus ojos.
Llegamos al distrito 12 en cuestión de horas y al llegar al 12 nos encontramos que los Mentores nos están esperando todos en el cementerio, en la cripta familiar donde están enterrados los cuerpos de mi padre, mi madre, mi hermana Prim y la familia de Peeta, al fondo, la cripta dedicada a Haymitch.
Estamos todos reunidos y llega Gale de la aldea de los Vencedores, viene con mi viejo arco y mis flechas y el cuchillo largo de Peeta, detrás de él vemos a todo el distrito que acude en masa para ver el entierro de nuestro querido Cinna Mellark Everdeen y para estar a nuestro lado en estos duros momentos.
La ceremonia la oficia el Jefe de los Agentes de la Paz, Flavius, dicha ceremonia es corta, entiende el dolor que sufrimos y decide ir rápido pero mantener el sentimiento en ella.
Media horita después el Jefe Flavius acaba, y pasamos a enterrar a nuestro hijo.
-¿Qué pensáis hacer ahora? –Pregunta Johanna-
Prim da un paso adelante y dice lo que creo que todos estamos pensando.
-Preparar la venganza, por supuesto, no creo que mis padres se queden parados sin hacer nada. Cinna era mi hermano.
-Es verdad, pero debemos prepararla bien, tengo la sensación de que el Capitolio no va a dejar que nos salgamos con la nuestra y menos tras el desenlace de los Juegos. –Responde Peeta-
Todos asentimos y nos vamos a nuestra casa de la aldea de los vencedores. A Finnick y a Annie les toca la que está contigua a la nuestra, Ahora el Distrito 12 se podría considerar como un profesional, ya que Finnick es del Distrito 4 y ese distrito es uno de los Profesionales, pero el Capitolio no lo permitiría nunca en la vida, pero Finnick será una gran ayuda para Prim y sobretodo para nosotros.
-Si me permitís quiero quedarme con el brazalete de Cinna y el mío. –Dice-
-Adelante, ahora deberías poder considerarte de la familia Mellark Everdeen, -Dice Peeta, observando desde arriba a Prim, quien sonríe abiertamente.
-Gracias Sr. Mellark.- Responde-
-Oh… no. Sr. No. Llámame Peeta por favor, eso me hace parecer más viejo de lo que soy. Ja, ja, ja.
Entramos en la casa de Annie y Finnick y les ayudamos a establecerse.
-Hem… Finnick, disculpa ¿podemos hablar un momento? –Dice Peeta-
Lo miro con cara extrañada….
-¿Y ahora que diablos te pasa?
-Tranquila, no es nada. –Responde guiñándome un ojo-
Salen fuera y se ponen a charlar.
-Esto es embarazoso Finnick, pero quería pedirte un favor.
-Tú dirás Peeta.
-A mí edad aún no aprendí a nadar… ¿podrías enseñarme en el lago que hay en el bosque? –Pregunto, sonrojándome-
Puedo verlos desde aquí, Peeta acaba de sonrojarse, y no puedo reprimir una sonrisa, creo que se, lo que le está pidiendo…
-No te preocupes Peeta, claro que te enseñaré. –Responde Finnick, devolviéndole la sonrisa-
Vuelven a entrar y nos sentamos juntos.
-Esta bien chicos, a partir de ahora, entre juegos y juegos tendréis el Tour de la Victoria, os iremos ayudando en lo que podamos. Pero solo queremos que tengáis en cuenta una cosa. Pase lo que pase a partir de ahora. Las llamas de la venganza seguirán prendiendo en nuestras casas y nuestras familias.
Fin del Primer Libro
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