De regreso a mi casa.

Todo el camino mi madre me ha estado regañando, repitiendo incansablemente que no debo de esconderme en los graneros, que los agentes de la paz me llevaran al Capitolio por ser tan entrometida.

-Pero yo solo quiero jugar. Le digo con dulce voz, ella me mira con ojos fríos, esta verdaderamente molesta.

Llegamos a las puertas de nuestra casa y al entrar veo a mi padre sentado, con aspecto cansado por el trabajo del día. La cosecha se acerca y eso me hace temblar.

-La has encontrado. Le dice a mi madre.

-Claro, mírala. Estaba escondida entre el trigo. Responde mi madre con voz molesta. Dirigiéndose a mi suelta: -Otra travesura así y estarás castigada, ahora a tu cuarto.

Sin decir nada corro a mi habitación, esta en el fondo de nuestra pequeña casa, me acurruco en una esquina temerosa y feliz porque no me pueden castigar realmente, además ¿de que me van a privar si no tengo nada? Así, acurrucada me duermo en vez de terminar mis deberes para el día de mañana. Otro reporte se sumara a mi expediente, pero procuro que no sean muchos para estar en verdaderos problemas.